Un abrazo fraternal que se extiende a toda la familia de los socialistas conquenses, entre los que Inmaculada no solo era un referente político, sino una mujer querida, respetada y escuchada.
Inmaculada ha sido durante todos estos últimos años un ejemplo de dedicación al servicio público y a la defensa del interés general de los ciudadanos que ha representado. Tanto en el ayuntamiento de Cuenca, como en la Diputación provincial o en los servicios periféricos de la Junta de Comunidades en su provincia.
Una vida pública marcada siempre por el trabajo a favor de Cuenca y de los conquenses que ahora desarrollaba representando a sus paisanos en el Senado de España.
Descansa en paz, compañera.





































































