El primer año de vida de un niño tiene una importancia fundamental para su posterior desarrollo. Además, es durante este año cuando más dudas se plantean a padres y cuidadores en cuanto a los cuidados del bebé, ya que suceden muchos cambios a los que hay que irse adaptando.
La alimentación durante los primeros meses
La Organización Mundial de la Salud recomienda lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida, junto con una alimentación complementaria adecuada hasta, al menos, los dos años.
La leche materna contiene inmunoglobulinas que protegen al lactante contra las infecciones. La composición de la leche materna va cambiando a lo largo del tiempo, adaptándose a las necesidades del bebé, incluso varía a lo largo de una misma toma.
La leche que se produce los primeros días de vida se conoce como calostro, es rica en proteínas y contiene menos grasas, siendo el alimento ideal para el recién nacido.
Numerosos estudios describen la lactancia materna como un factor protector contra la diabetes y la obesidad además de disminuir el riesgo de enfermedades neoplásicas, dermatitis atópica, alergia, asma, celiaquía o enfermedad inflamatoria intestinal, además de menor tasa de enfermedades psiquiátricas.
Las leches de fórmula están compuestas por proteínas de leche de vaca o cabra modificada para asemejarse a la materna, existiendo fórmulas de inicio, durante los primeros 6 meses, y fórmulas de continuación, a partir de los 6 meses.
Durante los 4-6 primeros meses de vida, el lactante se alimentará exclusivamente de leche. Hasta los 12 meses, hay un periodo de transición en el que se introducen de forma progresiva distintos alimentos.
¿Qué cuidados son los primeros que tienen que afrontar padres y cuidadores?
Lo primero es el cuidado del cordón umbilical: es necesario mantenerlo seco y limpio. Se debe limpiar una vez al día o siempre que esté sucio con agua y jabón y secarlo bien para evitar infecciones. Esta higiene hay que mantenerla hasta el cierre completo de la piel, es decir 2 o 3 días después de su caída.
Si aparece mal olor, enrojecimiento de la piel, infamación de la zona o secreción purulenta debemos acudir al pediatra ya que son signos de infección.
Una buena limpieza de los ojos del bebé es fundamental sobre todo cuando aparecen legañas, cosa que sucede con cierta frecuencia. Se deben de lavar con suero fisiológico (una gasa para cada ojo). Además, si el conducto está obstruido se han de hacer masajes varias veces al día para ayudar a abrir el conducto.
En cuanto a los problemas de salud, los más frecuentes son:
El cólico del lactante que se caracteriza por un llanto excesivo que suele empezar en algún momento entre la tercera y la sexta semana después del nacimiento del bebé y termina cuando el bebé tiene entre tres y cuatro meses de edad. Se ha relacionado con la inmadurez y con la alteración de la motilidad intestinal del bebé.
Otro problema que aparece con frecuencia es la dermatitis atópica. Se trata de una enfermedad inflamatoria de la piel, no contagiosa y de carácter hereditario, asociada a una piel seca y fácilmente irritable. Se manifiesta con lesiones que provocan un picor intenso y puede afectar a cualquier parte del cuerpo.
Para terminar, es de vital importancia la realización de revisiones periódicas en las que se pueda promover la salud y asegurar el adecuado desarrollo del niño. Se debe realizar una adecuada valoración del crecimiento y desarrollo del niño. Se controlan peso, talla y perímetro cefálico, también se debe realizar seguimiento del cierre de fontanelas y no olvidar la administración de las vacunas del calendario vacunal
Rocío Molina Fernández Bravo
Farmacéutica Centro de Información del Medicamento