Resulta difícil escapar de la actualidad del momento para escribir un artículo: hay tantas cosas que elegir, desde el desmoronamiento en vivo del PP hasta la invasión de Ucrania y sin olvidar que seguimos viviendo en tiempos de pandemia, que aunque mis artículos suelen pasearse más por otros derroteros, resulta extraño no comentar todo lo que está sucediendo.
Puede que ese sea un problema: la inmediatez con la que se comenta todo. Parece haber cierta culpa en tener un balcón desde el que chillar y no chillar nada. En este caso, las redes sociales son el balcón que crea la responsabilidad sobre la opinión. Y, además, una opinión que debe parecer fundada aunque no lo sea. Todos y cada uno de nosotros expertos en virología, guerras intestinas en partidos políticos, geopolítica y, si me apuras, estrategia militar. No sé cómo nos las apañamos si, al poner el telediario, a duras penas logro salir de la perplejidad.
No puedo evitar pensar que tanto ruido sólo colabora con las noticias falsas. Sí, esas que se difunden y, de tanto repetirse, acaban por parecer ciertas. Las noticias que crean la desconfianza en la ciencia, en las vacunas; que generan dudas sobre a quién ataca en realidad lo dicho por cierto político; que favorecen la conspiranoia; que acaban con el presidente ruso asegurando que va a «desnazificar» Ucrania cuando parece que el presidente de
Ucrania es, precisamente, judío.
Personalmente, estuve a punto de hacer un chiste sobre que, puestos a disparates apocalípticos, hubiera preferido la invasión extraterrestre a la tercera guerra mundial, pero pensé en el ruido que dispersa la verdadera información y crea dudas. Pensé en cómo se acaba creyendo que un político ha criticado la ganadería sin más, cuando lo que ha criticado es la sostenibilidad de las macrogranjas, y que esa desinformación hizo que un grupo de ganaderos atacase el pleno de un ayuntamiento. Pensé en el asalto al Capitolio. Pensé en cómo nos estábamos poniendo la chaqueta de expertos en geopolítica para analizar la invasión de Ucrania, cuando en realidad comprendemos poco la situación, y lo único que tiene sentido es condenar que un país se sienta con derecho a invadir otro. A este respecto, he leído tantas tonterías que, quizá en el fondo, mi chiste era procedente; la primera, que Rusia sigue siendo comunista.
Por supuesto, tengo una opinión sobre el tema de las macrogranjas; de la gestión pandémica; de que al final haya caído Casado por chivarse cuando parece que Ayuso sí ha hecho algo, si no ilegal, al menos bastante cuestionable, y de cómo puede favorecer esto a la extrema derecha; de las intenciones reales de Putin y de tantas otras cosas. Sin embargo, me puede más la perplejidad y la sensación de que, en realidad, lo que yo opine es insignificante y, además, genera ruido. O puede que no pueda evitar del todo que Opinión de mierda del grupo Los Punsetes resuene en mi cabeza cada vez que tengo la tentación de abrir la boca. Escúchenla.
María Zaragoza | Los Lectores 28/02/2022
También te puede interesar