Ser cuidador primario, ya sea de un familiar o una persona dependiente es complicado. De hecho, cuando hay parientes de por medio, las emociones pueden dispararse. ¿Cuándo hay que echar una mano y cuándo hay que dar un paso atrás? ¿Qué es lo mejor para ti y para tu familia? ¿Cómo se puede sacar tiempo para uno mismo? ¿Es normal sentirse alguna vez resentido, impaciente, abrumado o enfadado? (La respuesta a esta última pregunta, por cierto, es un rotundo sí).
Cuidar de un familiar o persona dependiente es absolutamente un reto. Puede ser estresante y abrumador a veces, y es esencial para los cuidadores reservar tiempo para cuidar de sí mismos.
A continuación, los siguientes consejos pueden ayudarte a centrarte en tu propia salud y bienestar al tiempo que continúas proporcionando atención domiciliaria de alta calidad a tu ser querido.
1. Define tus límites
Ser cuidador puede afectar a tus compromisos laborales, a tu tiempo libre e incluso a tu presupuesto. Por ejemplo, quizás tengas que comprar un coche adaptado para silla de ruedas para poder ir de visita al médico o disfrutar de salidas de ocio con mayor autonomía.
Para prever todo tipo de situaciones lo mejor es planificar tu papel como cuidador y ver hasta dónde puedes llegar. ¿En qué aspectos de tu vida puedes hacer concesiones para adaptarte a tu nuevo papel? ¿Qué cambios son aceptables y cuáles no? ¿Necesitarás contratar apoyo extra?
Si elaboras un plan que te permita conciliar tu figura de cuidador con el de tu vida personal, podrás enfrentarte a esta situación con mayor optimismo.
2. Descansa mucho
Los cuidadores familiares a menudo descuidan el sueño cuando están ocupados gestionando sus muchas responsabilidades, pero evitar el descanso puede ser perjudicial para la salud. Intenta mantener una hora constante para acostarte y levantarte, si es posible.
Si pasas la mayor parte o todas las noches con tu ser querido, pide ayuda a la familia o a un cuidador profesional algunos días a la semana para poder descansar y dormir lo suficiente para sentirte renovado por la mañana.
3. Come bien
Comer alimentos nutritivos no solo mejorará tu propia salud, sino que si estás cocinando para tu ser querido al mismo tiempo, también puede tener un impacto positivo en su salud. Consulta siempre a un médico antes de hacer cualquier cambio en tu dieta, pero un menú rico en frutas, verduras, carnes magras y cereales integrales suele ser una buena forma de aumentar la energía y el estado de alerta.
4. Haz ejercicio
Es fácil agotarse cuando se es responsable del cuidado de un ser querido, pero el ejercicio puede ser rejuvenecedor. Incluso si solo das un paseo diario, hacer ejercicio con frecuencia puede hacer cosas maravillosas para tu cuerpo y tu mente, permitiéndote concentrarte mejor en la atención domiciliaria que está proporcionando al ser querido.
5. Disfruta de tiempo libre
Es importante tener algo de tiempo para uno mismo, ya sea para hacer recados personales o para tomarse unas largas vacaciones. Así que busca huecos para practicar un deporte, salir a pasear con un amigo, jugar con tu perro en el parque, practicar yoga, leer un libro... Las actividades de autocuidado son buenas para tu salud y te ayudarán a volver a tus tareas de cuidador sintiéndote renovado.
Para ello, también puedes contratar a un cuidador profesional que te releve para poder disfrutar de momentos de descanso siempre que lo necesites. Otra opción es recurrir a familiares o amigos para que se ocupen de tu lugar ocasionalmente.
Ser un buen cuidador significa abogar por el familiar al que cuidas y apoyarlo con empatía. Se trata de sentirte seguro de que estás haciendo el mejor trabajo que puedes y de avanzar siempre con positividad. Cuando haces que tu ser querido se sienta apreciado y te tratas a ti mismo de la misma manera, estás en el buen camino.