Marta Romero | En Profundidad 22/01/2015
Daniel Vidal, Josué Calderón y Julio Campos son tres jóvenes estudiantes de 1º de Bachillerato del Instituto María Zambrano de Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Tres personalidades diferentes unidas por su interés por la ciencia y por sus amplias sonrisas. Daniel es responsable y metódico, el pesimista del grupo; Josué es más desorganizado y no renuncia a su ocio, pero tiene una gran destreza técnica, es el optimista; por último está Julio, el punto de equilibrio, el más realista y el que sabe hacer equipo. Estos tres jóvenes, capitaneados por su profesor de Física y Química, Paco Martín, perfectamente podrían ser los protagonistas de una serie juvenil y haber saltado a la fama; sin embargo, su gesta quizá ha pasado más desapercibida porque tiene que ver con la Educación y la Ciencia. Representarán a España en la XIII Olimpiada Científica Europea, que se celebrará en Klagenfut (Austria), a partir del próximo 27 de abril.
 
 
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Daniel, Julio y Josué, orientados por su profesor Paco Martín, iniciaron su aventura científica en el Instituto María Zambrano, en unas pequeñas Olimpiadas internas que organizó su profesor con el alumnado de 1º de Bachillerato, quien les sugirió después participar en las regionales que organizaba la Facultad de Químicas de la Universidad de Castilla La Mancha, en Ciudad Real. En esta primera ocasión concurrieron tres equipos del centro alcazareño, siendo el de estos tres chicos el que se alzó con la medalla de plata, enfrentándose a un total de 20 grupos de toda la región, la mayor parte formados por alumnos de 2º de Bachillerato.

“El logro de estos chicos es muy importante” –dice su profesor- “más teniendo en cuenta la escasez de medios del centro y el esfuerzo que han tenido que hacer”. Paco Martín asegura que ya en aquella primera competición los jueces le comentaron que los chicos tenían madera, porque se les veía muy cómodos trabajando con los diferentes aparatos de las pruebas.

Así que, con la medalla de plata en su haber, “toda una sorpresa” para los cuatro, Martín volvió a impulsarles a seguir en el camino de la investigación y les sugirió participar en la Fase Nacional de XIII Olimpiada Científica Europea, que se celebró en noviembre, por segundo año, en la Facultad de Químicas de Ciudad Real, igual que las regionales. No se lo pensaron dos veces porque la primera experiencia les resultó “muy divertida”. Así que, casi vencido el plazo de inscripción, iniciaron su segunda aventura. Su profesor esperó a confirmar la ayuda de la Universidad en cuanto a aparatos y materiales para la preparación de las pruebas, ante la escasez de recursos del María Zambrano, antes de decir nada a los chicos.

La Fase previa consistió en la elaboración de un informe de investigación que realizaron en su instituto, dirigidos por el profesor, entre los meses de noviembre y diciembre, durante la época de exámenes, restando tiempo de ocio y trabajando incluso durante las vacaciones de Navidad. Pero el esfuerzo mereció la pena y consiguieron terminarlo, entrando en el grupo de los 10 clasificados que participaron en la competición nacional. De los 166 equipos de toda España que realizaron la inscripción, finalmente sólo consiguieron presentar el informe 52, de los que se seleccionaron los 10 mejores. Esto puede darnos una idea del nivel al que no sólo se enfrentaban, también al que trabajaron.

Finalmente, el 19 de enero, llegó la competición nacional. Realizaron tres pruebas sobre una de las líneas de investigación de la Universidad castellano-manchega (en la Olimpiada regional fue sobre el vino y en la nacional sobre el aceite). Daniel, Julio y Josué –junto al equipo del instituto Francesc Tàrrega de Villareal (Castellón)- consiguieron el reto y serán los representantes de España en las Olimpiadas Europeas, que se celebrarán entre el 27 de abril y el 3 de mayo en Klagenfut (Austria).



Tres personalidades diferentes, un gran equipo

Para entender el logro de estos jóvenes estudiantes de 1º de bachillerato, sólo hay que conocerlos y ver que funcionan como equipo. “Un gran equipo”, dice su profesor.

Daniel es responsable, metódico, observador, trabajador, con una especial sensibilidad artística (forma parte de la banda de música y del grupo de baile Rocío del Alba de Alcázar). En contra de lo que pueda parecer, es el pesimista del grupo.

DANIEL.- “Yo siempre iba a las competiciones pensando que no íbamos a conseguir nada. Cuando trabajábamos en el informe de la fase previa siempre decía que no nos iba a dar tiempo. Más de una vez estuve a punto de tirar la toalla. Fue un gran esfuerzo. Clases por la mañana, por la tarde, de cuatro a siete, vuelta al instituto para investigar, ensayos de la banda y del grupo de baile. Llegaba a mi casa a las diez de la noche y tenía que estudiar porque había exámenes. Muchos días me acostaba a las dos de la madrugada. Pero ha merecido la pena. Repetiría”.

Si Daniel fuera el Yang, Josué sería su Yin. Son polos totalmente opuestos. Josué es de Villafranca de los Caballeros (Toledo) y es el primer año que está en el María Zambrano. Es tranquilo, desorganizado, tal vez el más ‘holgazán’; como revela la media sonrisa de su profesor cuando le pedimos que se describa y nos cuente si le costó mucho esfuerzo llegar hasta aquí. Sin embargo, Paco Martín rompe una lanza por este chico risueño que no renuncia a su tiempo de ocio y que, curiosamente, este trimestre ha suspendido Física y Química. “Tiene una gran habilidad técnica. Maneja con mucha precisión todos los aparatos”. A su habilidad técnica se une su gran sentido del humor. Es el optimista del grupo.

JOSUÉ.- “Yo no tengo nada que hacer por las tardes, así que venir al instituto para trabajar en el informe me pareció muy divertido. Tampoco me costó un gran esfuerzo porque no renuncié a nada. Casi que me interesaba más esto que prepararme los exámenes. Me ha quedado Física y Química, pero la voy a aprobar seguro. A las competiciones he ido siempre con ilusión y con ganas de ganar. En el nacional yo tenía esperanza y les decía a mis compañeros, ¡venga que nos vamos a ir a Austria!.

Por último está Julio, el pegamento, el punto de unión, el fiel de la balanza, el más realista y equilibrado de los tres. Deportista (juega en el Alkázar Basket), tiene una visión más estratégica y un gran sentido del trabajo en equipo. Es responsable, sin llegar al extremo de Daniel, y al mismo tiempo trata de equilibrar sus momentos de ocio y sus aficiones con las obligaciones diarias.

JULIO.- “Fue duro preparar el informe en época de exámenes; pero nos lo pasábamos muy bien. Yo tuve que renunciar a algunos entrenamientos para poder dedicarle tiempo a la investigación y a preparar los exámenes. Mi entrenador lo entendió perfectamente. Pero es que yo no renuncio a dormir para estudiar. Así que me organicé para poder hacerlo todo. Tenía ilusión por conseguir algo, pero no me esperaba llegar a las Olimpiadas Europeas. ¡Nos vamos a Austria!. Ese es el premio que nos llevamos”.



El reconocimiento de la Ciencia

Estos tres jóvenes transmiten alegría a raudales y no pueden sujetar sus sonrisas al contarnos lo que ya han vivido y lo que les queda por experimentar. El logro que han conseguido es muy notable pero quizá, por tratarse del campo de la investigación, no han obtenido el reconocimiento que otro tipo de acciones hubieran tenido. Por eso sólo tienen una pequeña espinita clavada, que no se han visto respaldados por las Administraciones; al contrario que les ha sucedido a sus compañeros de Villarreal. Así lo expresaba el director de orquesta de este equipo de jóvenes e incipientes investigadores, Paco Martín.

PACO-. “Resulta triste que la voluntad, el interés y el esfuerzo de estos chicos no sea reconocido por la Administración. Ya no se trata de conseguir apoyo y material, que es muy escaso en este instituto. Iremos a la Universidad de Murcia después de Semana Santa para preparar las pruebas de la competición. No es eso, es que ni siquiera se ha producido una llamada de la Consejería de Educación para felicitarles. Parece que no son conscientes que van a representar a España en Europa”.

DANIEL-. “No nos ha llamado ni el alcalde” –dice el joven, con inocencia.

Lo cierto es que, con pocos recursos -tanto materiales como humanos- “es complicado llevar a cabo este tipo de iniciativas cuando hay 30 alumnos por aula y no hay suficientes profesores para poder hacer un desdoble”, comentaba Paco Martín para manchainformacion.com; teniendo que buscar apoyos por su cuenta, como el material cedido por la Facultad de Químicas; pero con motivación, dedicación y esfuerzo, estos jóvenes son una muestra de lo que debería ser una educación de calidad y motivadora que da resultados. Y la gesta la han conseguido gracias a uno de tantos profesores que hacen honor a su vocación de formar, orientar y despertar el gusto por el estudio en nuestros jóvenes; a pesar de las limitaciones con las que se encuentran. Un ejemplo que, en muchas ocasiones, la voluntad es más importante que el dinero.
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