El tabaquismo es una enfermedad que sigue afectando a millones de personas, con consecuencias tanto en el ámbito sanitario como económico, y afecta tanto a quien fuma como a quien no.
El consumo de tabaco es la segunda causa mundial de muerte, por detrás de las cardiopatías que son la primera, y en términos generales mata cada año a 7 millones de personas.
Además, es la principal epidemia prevenible a la que se enfrenta la comunidad sanitaria, es decir, que la herramienta más importante para su abordaje es la educación y la concienciación.
Cada vez hay más gente interesada en dejar de fumar. De cada 3 personas que fuman, 2 quieren dejarlo, y la mitad de los fumadores ha intentado dejar de fumar cada año. Eso es una buena señal y significa que los esfuerzos por informar y concienciar no caen en saco roto, pero además hay una motivación extra que es la aparición de nuevos medicamentos para dejar de fumar y que se incluyen dentro del sistema de financiación de la Seguridad Social.
TERAPIAS Y TRATAMIENTOS
Hoy en día contamos con varios tratamientos que asociados a los programas de cesación tabáquica que se realizan en centros sanitarios, incluidas las farmacias, donde existe un servicio específico para ayudar al paciente en este camino.
Entre el arsenal disponible encontramos la terapia sustitutiva con nicotina: parches, chicles o espray. Todos llevan nicotina a diferentes dosis, y según el tipo de adicción y el grado de dependencia se recomendará un medicamento u otro. Estos medicamentos no están financiados por la Seguridad Social.
Entre los que sí lo están contamos con el Bupropion, que es el componente de Zyntabac, del que se financia un intento anual por paciente para dejar de fumar.
Contamos también con la Citisina, que es el componente de los famosos Todacitán y Recigarum, últimos medicamentos que salieron al mercado para dejar de fumar.
Estos medicamentos se financian a pacientes que tengan motivación expresa de dejar de fumar. Deben ser pacientes que fumen 10 cigarrillos o más al día y tengan además un alto nivel de dependencia calificado por el test de Fagerström, que mide la dependencia de una persona al tabaco. El resultado deberá ser mayor o igual a 7. Se financiará un intento anual por paciente.
EFECTOS SECUNDARIOS
Como cualquier medicamento, éstos también tienen efectos secundarios. Pueden ser muy frecuentes (afectan a más de 1 de cada 10 usuarios) los cambios en el apetito (principalmente aumento), aumento de peso, mareos, irritabilidad, cambios de humor, ansiedad, aumento de la presión arterial, sequedad de boca, trastornos del sueño, etcétera. Casi todos estos efectos pueden ser consecuencia de la retirada de la nicotina.
DEJAR DE FUMAR ES POSIBLE, PERO DIFICIL
Es difícil por la adición a la nicotina y lo arraigado que tenemos el hábito en nuestra vida diaria. Por eso debemos de buscar ayuda, bien en el centro de salud o bien en la farmacia, y dejarnos aconsejar.
Hoy en día disponemos de programas específicos y un buen arsenal terapéutico con tratamientos efectivos. Además de los ya citados servicios de cesación tabáquica donde acompañamos al paciente durante todo el proceso, aconsejándolo y motivándolo desde el día en que decide dejar de fumar.
Para terminar, en el proceso de deshabituación tabáquica, la motivación y la fuerza de voluntad son fundamentales y las recaídas son parte del proceso. No nos tenemos que desanimar, debemos analizar las causas de la recaída y continuar con el proceso hasta el final.
Fernando García Lozano Estudillo
Farmacéutico comunitario de Ciudad Real