Hace poco pensaba en el poder y en qué lo hace atractivo. De hecho, llegué a pensar en la desconfianza que causa para la gente que quiere poder el hecho de que alguien manifieste nulo interés por este. Primero esa cara de sorpresa; después esa seguridad de que el que no quiere el poder miente. Se sucede en segundos y siempre se repite. Lo he visto muchísimas veces porque yo soy una de esas personas a las que el poder no les parece atractivo. ¿Por qué? Porque lo entiendo como una responsabilidad enorme, y por lo tanto como una carga.
Esto me lleva a pensar que la gente a la que le gusta ejercer el poder son, o bien unos inconscientes, o bien gente sin sentido de la responsabilidad, porque
aquellos que quieren hacerlo bien ejerciendo un poder lo llevan un poquitito como una cruz. No es que yo quiera citar a Spiderman, o al tío Ben más concretamente, pero sí, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Cuanto más grande es el poder, mayor la responsabilidad. Quien lo encuentra atractivo, o bien no tiene ni idea o bien está dispuesto a pasar de cumplir con esa responsabilidad. Supongo que por eso, el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, que diría Lord Acton; hoy va de citas.
Mi conclusión es que, quizá, los únicos capaces de ejercer bien un poder adquirido son aquellos que no lo querían en un principio, que no mostraron interés en tenerlo pero, por lo que sea, acabaron ahí y lo vieron como una oportunidad para ayudar; una forma de cumplir con esa responsabilidad. También son esos mismos los que no se cogen una pataleta si lo pierden, porque al fin y al cabo saben que podrían haber hecho más, pero perderlo es quitarse una carga. Lo de la pataleta lo digo porque cada vez es más común y más aceptado lo de la pataleta cuando se pierde poder, a veces en forma de chapa paternalista, que no hay cosa que más me aburra.
Hay un grupo de personas que me sorprende especialmente en lo que a poder se refiere: los que están ahí por el patateo, que se arriman a lo que consideran poder, por lo general un poder cutre, por la foto, por la imagen, por tomarse una copa con gente importante, por colgarse una medalla que no le importa a nadie más que a ellos mismos, supongo. Es el grupo que más incomprensible me parece.
Supongo que es la carne de la que están hechas las sectas, la carne de la que se forma un seguidor ciego, mudo y sordo de cualquier cosa que se os ocurra. La gente a la que le gusta el patateo acaba convirtiéndose en ese descriteriado que uno se pregunta cómo ha llegado ahí, en el que le baila el agua siempre al jefe. El que tenía unos principios, pero si no gustan, ahí tiene otros, que diría Groucho. Todos conocemos, y queremos, a alguien así.