Se lidiaron cuatro novillos de Castillo de la Reina de pésimo juego, mansos hasta la saciedad y sin casta alguna, tan solo el cuarto se dejó algo. Hubo charanga en vez de banda de música y pasotismo de la presidencia, sin un solo aviso en festejo que duró casi dos horas. Para tomar nota y darle seriedad a la fiesta.
Tanto El Mestanceño como el local Molinero se perdieron en probaturas ante dos mansos de libro que se refugiaron en chiqueros. Anduvieron a la deriva sin sitio y sin los recursos para este tipo de lidia. Se les silenció su labor.
Adrian Grande, de Jódar (Jaen), está mas placeado y no tuvo su tarde en lo artístico y si por el contrario en la suerte, cogido en el primero del Mestanceño contra el burladero de capotes sin consecuencias, para después en su novillo ser volteado en tres ocasiones, la última quedando conmocionado, se repuso para matar con pésimo resultado. Antes se quiso adornar con rabia con molinetes a toro pasado sin más. Se silencio su labor.
Samuel Fernández, de Quero (Toledo) y de familia tarina, no en balde su padre Pablo le auxilio en las bregas, hizo lo mejor de la tarde con acople aunque faltando algo de ligazón, lo mejor al natural, corriendo la mano y rematando muy atrás. Cerró por bernardinas lucidas. Tiene madera, talla y se gusta en lo que hace. Dos pinchazos y estocada para pasear dos orejas y abrir la puerta grande.





































































