Don Joaquín, como así era conocido por los criptanenses, era natural de La Solana (Ciudad Real) y desarrolló una importante parte de su vida sacerdotal en Campo de Criptana, donde fue párroco durante 25 años y donde se quedó a vivir después de su jubilación.
En la Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora se oficiará el funeral por su eterno descanso mañana domingo. Después, sus restos mortales partirán a Ruidera para su inhumación.
A su labor sacerdotal y a su implicación en la vida de las hermandades, especialmente en la reordenación de la Semana Santa criptanense, se suma el título de hijo adoptivo que le concedió el pueblo hace unos años.







































































