Se fueron desvaneciendo mis sueños cuando tras más de un mes en planificar mi día a día para lograr mantener mi mente en calma y no dejarme sucumbir por la incertidumbre que provoca haber echado el cierre de la segunda casa, mi trabajo, aquel lugar que tan bien me conoce y sabe el esfuerzo que en su día supuso mantenerlo en pie.
Tantos momentos se echan de menos… Aquellas personas que han puesto color y sonrisas a tus días, se comparte tanto con ellas, es mucho más que un servicio. Somos los oídos que nuestra clientela viene buscando. En muchas ocasiones somos más allá de aquel producto que les podemos ofrecer. Realizamos una labor que sólo lo percibimos nosotros y el cliente cuando al salir por la puerta de tu negocio, en modo de sonrisa, te devuelve con gratitud el haberle dedicado nuestro tiempo. Hay momentos que no se pueden describir con palabras, esos instantes de complicidad son una de las razones que te hacen estar ahí, tras el mostrador.
Hoy, vecinos de Criptana y alrededores, desde mi más humilde rincón desde el que os escribo, os pido aliento, aliento de esperanza en estos momentos tan difíciles de vivir.
Mi deseo es que seamos más humanos y esto que estamos viviendo no se lo lleve el viento. Nosotros no somos vendedores de humo al que sólo le mueve el interés por alcanzar unos objetivos. Si hubiere alguien que se diese por aludido tendrá que hacer su trabajo correspondiente. Yo sólo sé que a día de hoy, como muchos de mis compañeros de oficio, estamos asustados y necesitamos hoy más que nunca el apoyo de nuestro pueblo ante este futuro incierto.
No todos somos héroes o tal vez sí, pues no es una de las palabras que a mí personalmente me guste utilizar en mi vocabulario. Lo que a día de hoy hemos hecho juntos es lanzar un grito de guerra colectivo para haceros llegar que un pueblo sin comercio no es un pueblo, es un pueblo sin vida.
Se pueden tener muchos gestos y no me refiero solamente al económico, aunque sea el que provoque en algunos de nosotros que no podamos superar esta crisis.
Por eso hoy decidí plasmar mis pensamientos al papel, para que valoremos y seamos conscientes. Ahora todos hemos sentido y vivido el dolor tan cerca que hoy es el momento de solidarizarnos los unos con los otros. Ahora que con tus propios ojos has visto la soledad en nuestras calles y lo vulnerables que podemos llegar a ser, cuando no tenemos a nadie con quien compartir.
Espero haber aprendido algo con esta grandiosa lección. Por encima de todo somos una comunidad, un pueblo con sus más y sus menos, pero todo funciona mejor cuando todos permanecemos unidos.
Desde el pequeño comercio, desde la pequeña empresa de Campo de Criptana os queremos hacer llegar este mensaje, un mensaje lleno de esperanza y fe. Ahora permaneceremos a la espera…, pero cuando todo esto haya terminado no lo olvidéis: en la medida que podáis, apoyadnos. Os necesitamos y así seguiremos creciendo juntos.







































































