Cargando...A sus 35 años, Tamara Olivares ha dado el paso de crear su propio espacio de estética y bienestar en Campo de Criptana. «Aura by Tamara Olivares» acaba de abrir sus puertas con una propuesta muy clara: cuidar a las personas desde el respeto, el tiempo y la escucha, entendiendo la estética como algo que va mucho más allá de lo puramente visible.
Aunque hoy su nombre está ligado al mundo del bienestar, Tamara no empezó su camino profesional en la estética. Estudiaba Terapia Ocupacional, una disciplina que le gustaba mucho, pero por distintos motivos personales tuvo que dejar la carrera y regresar a su pueblo. Durante un tiempo trabajó en el negocio familiar hasta que decidió matricularse en estética casi sin pensarlo, más como una forma de salir de un momento personal complicado que por una vocación clara.
“Me metí un poco por hobby”, reconoce. Sin embargo, una vez dentro, ese mundo empezó a atraparla. Descubrió un sector en constante evolución, que le permitía seguir formándose y aprendiendo, algo que terminó despertando una pasión que no esperaba.
Tamara comenzó sus estudios a los 24 años en Alcázar de San Juan, donde cursó el Grado Medio de Estética. Más tarde logró completar también el Grado Superior, compatibilizando formación y trabajo. Estuvo durante cuatro años trabajando en distintos centros estéticos mientras perfilaba su manera de entender la estética.
Lo que más le apasiona es el estudio de la piel: su anatomía, la musculatura facial, la influencia del sistema nervioso y de los estados emocionales, así como las diferentes formas de trabajarla a través de técnicas manuales. “Todo lo que se pueda aplicar en la piel y movilizar con las manos me encanta”, explica.
Aura
La idea de crear algo propio apareció por primera vez cuando tuvo que cambiar de centro de trabajo. Aquella etapa le hizo replantearse si quería seguir como empleada o intentar desarrollar su propio proyecto. La decisión de abrir el centro en su localidad no fue casual. Aunque se planteó otras opciones como Alcázar de San Juan, pesaron más las raíces. “Aquí la gente me conoce y aquí voy a estar a gusto”, explica. Prefirió apostar por su pueblo y ver cómo evolucionaba el proyecto con el tiempo.
Así nació Aura, en un momento personal complicado, cuando Tamara se encontraba anímicamente baja y necesitaba algo que le devolviera la ilusión. De esa vivencia surge también la filosofía del centro: el autocuidado como herramienta fundamental para el bienestar. “Si no nos cuidamos, al final nos puede más la mente”, reflexiona.
Aura está concebido como un refugio: un lugar donde la persona pueda parar, respirar, desconectar y reconectar consigo misma. El nombre no es casual. Hace referencia al aura de las personas y a la idea de ayudar a que cada cliente saque lo mejor de sí mismo.
Tratamientos
La principal diferencia de Aura respecto a otros centros es que cada tratamiento está ritualizado. No se trata solo de lo que se hace, sino de cómo empieza, cómo se desarrolla y cómo termina. El objetivo es que el cuerpo y la mente entren en un estado de receptividad que permita que el tratamiento actúe de forma más profunda.
En cabina, Tamara trabaja desde la kinesiostética, una forma de entender cómo se comporta el tejido y qué necesita en cada momento. No utiliza protocolos cerrados: las manos palpan, escuchan y se adaptan. La reflexología también tiene un papel importante, permitiendo actuar de manera indirecta pero profunda, buscando no solo resultados visibles, sino también la relajación del sistema nervioso.
Otro de los pilares del centro es la cosmética respetuosa, con especial atención a la fitoterapia. Tamara trabaja con productos que incorporan fitoextractos de plantas y aceites esenciales, integrados dentro del método Hemopiel, que tiene en cuenta el estado emocional de la persona mediante un test ayurvédico previo. Aclara que no se trata de rechazar la ciencia ni la formulación química necesaria, sino de apostar por cosméticos bien formulados que integren el poder de las plantas.
Actualmente, Aura by Tamara Olivares cuenta con 23 servicios, que incluyen rituales faciales, corporales y una parte de belleza esencial como depilación, maquillaje o lifting de pestañas. Todos los tratamientos son personalizados, algo que Tamara tiene muy claro tras sus experiencias anteriores, donde “todo era igual para todo el mundo”.
Entre los tratamientos faciales, destaca como estrella el kinesiolifting, una técnica manual que comienza corrigiendo posturas —pelvis, diafragma, cuello y mandíbula— antes de trabajar el rostro. El objetivo es liberar tensiones, movilizar las fascias musculares y reeducar la musculatura facial, logrando resultados que se mantienen en el tiempo.
Los aromas también juegan un papel fundamental, ya que influyen directamente en el estado de ánimo y en la capacidad de evocación emocional, ayudando a crear esa sensación de calma y bienestar.
Aunque el centro acaba de abrir, la acogida está siendo positiva, impulsada en gran parte por las redes sociales y por el interés que ha despertado su carta de servicios, pensada no solo para mostrar precios, sino para explicar la metodología y el porqué de cada tratamiento.
Por ahora, Tamara trabaja sola y quiere centrarse en cuidar y pulir su “bebé”. Cuenta con dos cabinas y no descarta incorporar nuevos servicios o colaboraciones externas en el futuro. A largo plazo, no se marca grandes metas de expansión: su deseo es que Aura siga siendo un refugio, un espacio coherente con la filosofía con la que nació.
A quienes dudan en empezar a cuidarse, Tamara les lanza una invitación clara: “Si se quieren salir un poquito de lo común, que vengan a probar Aura. Creo que va a dejar huella”.
