En una mañana que amenazaba lluvia pero que al final ha respetado el recorrido, los participantes de la Ruta Cervantin@lcázar han podido conocer la enorme vinculación que tiene la ciudad con Miguel de Cervantes y su obra. El trayecto coordinado por la Sociedad Cervantina de Alcázar ha estado integrado en la programación de las XII Jornadas de Vino y Bautismo Qervantino que cada año organiza el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan con motivo del aniversario del bautismo de Miguel de Cervantes, hecho ocurrido el 9 de noviembre de 1558.
El grupo de personas que ha realizado el itinerario (procedentes de Jaén, de Alcázar y de su comarca), comenzaba su travesía a las 10:00 de la mañana en la estatua de Alonso Quijano con su gato, obra del escultor valdepeñero José Lillo Galiani, punto en el cual Constantino López (de la Sociedad Cervantina) dio la bienvenida a los presentes, procedentes de Jaén, de Alcázar y de su comarca, y en este mismo lugar tomaron conciencia de la importancia del Quijote como primera novela moderna, el ambiente social de la época en la que se escribió y lo que supuso para las letras españolas. Supieron de la gran tradición cervantina alcazareña, ciudad que cambió su nombre oficial por el de “Alcázar de Cervantes” durante algunos años de la Segunda República Española en el siglo XX.
A continuación, en la Plaza de Palacio, tuvieron ocasión de conocer la historia que encierra el Quijote Cósmico, busto que Eulalio Ferrer, santanderino exiliado en México tras la Guerra Civil y padre de la Fundación Cervantina de México, encargó al escultor Santiago de Santiago y posteriormente regaló a la ciudad de Alcázar de San Juan unos meses después de su nombramiento como hijo adoptivo en marzo de 1992, y que fue inaugurado el 9 de julio de 1993 con la presencia del propio Eulalio Ferrer.
En este lugar, los presentes supieron que la gran afición al Quijote y al coleccionismo de iconografía cervantina y quijotesca le vino a Eulalio Ferrer por la adquisición de una edición barata del Quijote el 7 de febrero de 1939 camino del campo de refugiados de Argelès-sur-Mer: «Fue una gran fortuna para mí que esta apretadísima edición de 1902, de Calleja, cayera en mis manos […]» (pág. 60, Entre alambradas, Eulalio Ferrer).
Poco después y por boca de Luis Miguel Román Alhambra (vicepresidente de la Sociedad Cervantina), ubicados en el atrio de la colegiata de Santa María, la más antigua parroquia de la diócesis de Ciudad Real, fundada en 1226, conocieron la existencia de la partida de bautismo de un niño llamado Miguel, hijo de Blas de Cervantes Saavedra y Catalina López, acontecido el 9 de noviembre de 1558, partida encontrada en 1748 por Blas Antonio de Nasarre y Férriz, bibliotecario real.
En este momento, intervino el actor Franz Gómez, interpretando a Cervantes y deleitando al público con fragmentos del Quijote, deteniéndose en la aventura de los molinos de viento (Cap. 8, 1605). Coincidieron aquí con un grupo excursionista procedente de Cádiz.
Después, por la calle San Antonio, pasando junto al Museo Formma, frente al Callejón del Toro, hicieron una parada donde Manuel Rubio explicó que allí estuvo la casa de don Juan López Caballero. Relató la historia de Pedro Barba y Gutierre Quijada, mencionados en el capítulo XLIX de la Primera Parte del Quijote: «de cuya alcurnia yo desciendo por línea recta de varón».
También explicó que Alonso de Ayllón Gutiérrez de Quijada, bisnieto de Juan López Caballero, perdió la razón y su mujer, Teresa de Mendoza, pidió que Pedro de Cervantes —primo hermano de Miguel de Cervantes— fuese tutor de su hija Clara, detalles que recuerdan al Alonso Quijano del Quijote.
Durante los trayectos, los miembros de la Sociedad Cervantina comentaron aspectos de los prólogos cervantinos, como el de las Novelas ejemplares (1613):
«Mi edad no está ya para burlarse […]»
En la Plaza de Cervantes, se recordó a Fray Alonso Cano Nieto, valedor de Alcázar como cuna cervantina, y a figuras como Rodrigo Ordóñez de Villaseñor, Francisco de Quintanar y Úbeda y Juan Francisco Ropero y Tardío, según recoge el Proemio de la edición de 1780 de la Real Academia Española, realizado por Vicente de los Ríos.
Se concluyó junto a las estatuas de don Quijote y Sancho Panza en la Plaza de España, donde Román Alhambra explicó la curiosidad en la estatua de Rocinante, cuyos cascos simulan la enfermedad llamada “cuartos”, mencionada en la novela. También habló de la inspiración del escultor leonés Marino Amaya en Tico Medina para realizar la estatua de Sancho (1971).
Para cerrar, Franz Gómez interpretó un fragmento de su obra “El duende de la Mancha”, arrancando un fuerte aplauso. Los participantes felicitaron a la Sociedad Cervantina por la organización y por incorporar dramatizaciones al estilo de otras localidades turísticas.
En la despedida, los cervantistas recordaron que está en marcha un proyecto para solicitar a la UNESCO la declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad del legado de don Quijote y Sancho Panza, animando a apoyar la iniciativa en la web de la Sociedad Cervantina.










































































