A lo largo de la historia de los videojuegos, la lucha contra la piratería ha motivado ingeniosas respuestas por parte de los desarrolladores. Hay dos casos que han destacado por ganarse el aplauso de la comunidad, sobre todo por su originalidad: el escorpión de Serious Sam 3 y el tutorial infernal de Driver en PlayStation.
El escorpión implacable de Serious Sam 3
Muchos videojuegos buscan un sistema, o bien para evitar trampas, como vemos en los juegos de ruleta online, o bien para evitar que gente juegue versiones de sus juegos sin pagar. En 2011, Croteam lanzó la tercera entrega de la saga Serious Sam, un first person shooter que fue pirateado poco después de su lanzamiento. Pero los que se hicieron con copias no autorizadas pronto descubrieron un enemigo secreto que había puesto para ellos la desarrolladora: un escorpión gigante, invencible y rapidísimo que aparecía si el juego detectaba una copia ilegal.
Lejos de indignar a la gente, la comunidad acogió la medida con entusiasmo. Los jugadores bromeaban sobre su condición de reto supremo, e incluso se lanzaron mods para incorporar el escorpión en copias legítimas, permitiendo a todos experimentar este Easter Egg.
En foros y vídeos de YouTube, los usuarios calificaron esta manera de hacer DRM como “la mejor de la historia”. Incluso speedrunners veteranos dedicaron sesiones completas a batallar contra el bicho, aumentando sus tiempos de juego en más de 45 minutos para demostrar su pericia.
Este antipiratería, además de efectivo, destacó por no afectar a los legítimos y transformar la frustración en anécdota positiva. Un alumno de diseño de videojuegos podría estudiar este ejemplo como referencia de cómo convertir un problema en un elemento de marketing y diversión.
El caso de Driver en PSX
En la era dorada de la PlayStation original, piratear un juego era tan sencillo como copiar el CD. Para combatirlo, algunos estudios idearon sistemas menos tecnológicos pero igualmente ingeniosos. Uno de los más recordados corresponde al tutorial del garaje de Driver (1999), que exigía al jugador completar maniobras complejas en un tiempo muy limitado sin apenas instrucciones.
La clave estaba en el manual impreso: solo allí se proporcionaban detalles esenciales para pasar el tutorial. Quienes jugaban con copias pirata, carentes de dicho manual, veían el nivel convertido en una barrera prácticamente insalvable. Así, no se quedaban los usuarios sin acceso al juego, pero se castigaba a los que hacían trampas como ya ocurre en los juegos de casino online.
Aunque nunca confirmado oficialmente por el estudio, la teoría ganó fuerza entre críticos y jugadores, que entendieron este diseño excesivo como un método antipiratería clásico: «sin el manual no avanzas». El resultado fue doble: los usuarios que deseaban completarlo legítimamente se vieron obligados a adquirir la versión original, y la anécdota se transmitió de boca en boca como un curioso hito de la industria.
Este recurso sencillo pero efectivo demuestra que la creatividad no siempre requiere de código sofisticado. A diferencia de las soluciones modernas, que dependen de sistemas externos (como Denuvo, considerado en un momento “el mejor sistema antipiratería del mundo” pero hoy ampliamente crackeado), aquella medida jugó con la paciencia y la intriga del jugador, generando un recuerdo imborrable.
Apuestas