Alimentarse es el acto de ingerir alimentos. Es un proceso voluntario; decidimos cuándo comemos y qué alimentos tomamos, cómo los cocinamos y de qué modo los combinamos para que nos resulten más o menos apetecibles.
Pero deglutir alimentos no es lo mismo que nutrirse. La nutrición abarca una serie de procesos biológicos que ocurren en nuestro organismo, mediante los cuales obtenemos de los alimentos los nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento y mantenimiento de nuestro cuerpo, manteniéndonos lo más saludables posible. Estos nutrientes son esenciales para el crecimiento, desarrollo, reparación de tejidos, y para el adecuado funcionamiento de todos los sistemas orgánicos.
El hecho de alimentarnos regularmente no implica una correcta nutrición. Por eso es necesario prestar atención a lo que comemos, para mantener una buena salud.
En la actualidad nos bombardean con información sobre tendencias en alimentación, sobre alimentos extraordinariamente saludables y llenos de efectos milagrosos para nuestra salud. Pero, en realidad, con unos patrones de alimentación saludable no debemos hacer uso de “alimentos mágicos” ni basar nuestra dieta exclusivamente en “modas alimentarias”.
Cuando nos dicen que la dieta mediterránea es un buen patrón alimenticio, estamos en lo cierto. Es una dieta basada en los hábitos de alimentación tradicionales de los países que bordean el mar Mediterráneo y que se caracteriza por un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales, aceite de oliva y pescado, con consumo moderado de lácteos, aves y huevos, y bajo consumo en carne roja.
Una correcta nutrición
Las frutas, verduras y legumbres son la base de la dieta, y proporcionan vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes. Los cereales que aportan fibra y energía son el arroz, el trigo y la cebada. El aceite de oliva es rico en vitamina E, beta-carotenos y ácidos grasos monoinsaturados, que le confieren su cualidad cardioprotectora. Los productos lácteos tienen calcio, fósforo y proteínas de alto valor; en el caso del yogurt, además, contiene microorganismos vivos que nos ayudan al equilibrio de nuestra flora intestinal. El pescado, en concreto el azul, contiene grasas con propiedades similares a las de origen vegetal, que nos ayudan a controlar nuestro nivel de colesterol y nuestro sistema cardiovascular. Y los huevos, consumidos con moderación, contienen proteínas de muy buena calidad, vitaminas y minerales, así como ácidos grasos omega-3
Si unimos a la dieta mediterránea, la actividad física regular, encontramos numerosos beneficios nutricionales, ya que mejoramos la salud cardiovascular, nos ayuda a mantener un peso saludable, ayuda a reducir enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, favorece el control de glucosa en sangre, fortalece nuestro sistema inmunitario, previene enfermedades crónicas de carácter inflamatorio, y contribuye a una mejoría de nuestra calidad de vida.
Tenemos la suerte de vivir en una zona donde encontramos la base para una correcta alimentación que favorece la nutrición adecuada para mantenernos sanos y longevos. Disfrutemos, pues de todos los alimentos que nos proporciona nuestra tierra, y nutrámonos de forma acertada, para contar con los múltiples beneficios que conlleva.
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