El mareo representa alrededor del 5 al 6% de las consultas médicas. Puede aparecer a cualquier edad, pero se vuelve más frecuente a medida que se va envejeciendo.
Mareo es un término que se usa para describir un amplio abanico de sensaciones, tales como desvanecimiento, debilidad o inestabilidad. Los mareos que crean la falsa sensación de que tú o el entorno están girando o moviéndose se conocen como «vértigo».
Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología, el 80% de la población ha sufrido un episodio de vértigo en su vida. También de acuerdo con esta entidad, se trata de un motivo de consulta frecuente, tanto en Atención Primaria como en Urgencias. Aunque su incidencia aumenta entre las personas mayores, puede afectar a mujeres y hombres de cualquier edad e incluso a niños.
Además de la sensación de estar girando o rotando, el vértigo puede venir acompañado de otra serie síntomas: mareo, sudoración, náuseas, vómitos, taquicardia y en ocasiones zumbidos o pitidos en el oído, e incluso pérdida de audición .
Independientemente de cómo se describan, estas sensaciones pueden resultar molestas e incluso incapacitantes, sobre todo cuando se acompañan de náuseas y vómitos. Estos síntomas causan problemas especiales en pacientes que realizan tareas de precisión o peligrosas, como conducir, volar o manejar maquinaria pesada.
Hay dos tipos de vértigo en función del origen: el periférico y el central. El más común es el vértigo periférico, que tiene su origen en las estructuras del oído interno que controlan el equilibrio o en el nervio que conecta a este con el cerebro (nervio vestibular). El “vértigo postural benigno”, que es el más frecuente, se suele desencadenar por movimientos del cuello y cabeza y está relacionado con el oído.
La mayor parte de estos vértigos se curan de forma espontánea.
El vértigo central puede estar provocado por alguna enfermedad cerebrovascular, algún tipo de migraña, enfermedades como la esclerosis múltiple o la epilepsia, infecciones o traumatismos y al contrario que el periférico, este no está relacionado con los movimientos de la cabeza o con los cambios de postura.
El tratamiento y el pronóstico variarán en función del tipo de vértigo y de su causa. En general, la mayoría de los problemas que afectan al sistema vestibular suelen tener una causa benigna y evolucionar de manera favorable.
Durante la fase más aguda de los episodios, y según el tipo de vértigo, el médico le puede prescribir fármacos que pueden ayudar a mitigar los síntomas.
En cualquier caso, se pueden recomendar las siguientes estrategias:
• Evitar movimientos que pueden provocar mareos, como mirar hacia arriba o agacharse.
• Guardar los objetos a una altura que sea fácilmente accesible.
• Levantarse lentamente después de estar sentado o acostado.
• Apretar las manos y flexionar los pies antes de ponerse en pie.
• Aprender ejercicios que combinen los movimientos de los ojos, la cabeza y el cuerpo para ayudar a prevenir el mareo.
• Realizar fisioterapia y ejercicios para fortalecer los músculos y mantener la marcha independiente el mayor tiempo posible.
• Realizar terapia de rehabilitación vestibular (una forma especial de fisioterapia que se dirige a los síntomas de la disfunción vestibular periférica y central.
Sagrario Pérez de Agreda Galiano.
Farmacéutica del Centro de Información del Medicamento
Colegio Oficial de Farmacéuticos de Ciudad Real






































































