Las altas temperaturas son la tónica de cada verano. Llevamos ya inmersos una semana en la segunda ola de calor del verano, en la que estamos soportando temperaturas diurnas por encima de los 40º y mínimas por encima de los 20º.
En nuestra zona estamos acostumbrados a convivir con el calor veraniego y conocemos de sobra lo que podemos hacer para protegernos. Es importante sin embargo que conozcamos cuáles son los síntomas de los trastornos producidos por el calor y así podremos tomar las medidas necesarias para que no evolucionen al temido un golpe de calor.
¿Cómo afecta el calor al organismo?
Para que nuestro organismo tenga un funcionamiento óptimo, nuestra temperatura interna debe mantenerse entre los 36º y 37º, esto se consigue con mecanismos que controlan la producción de calor por un lado y las perdidas por el otro.
En situaciones normales, si sube la temperatura corporal, el organismo reacciona poniendo en marcha mecanismos dirigidos a aumentar la pérdida de calor: aumenta la circulación de sangre en la piel para poder ceder calor al exterior y sudamos para poder perder el calor por evaporación, de ahí la importancia de una correcta hidratación.
En una ola de calor, la temperatura exterior está anormalmente elevada, esto dificulta la cesión de calor al exterior, y la única forma de perder calor es por la evaporación del sudor. Este mecanismo es en muchas ocasiones insuficiente, sobre todo en climas húmedos, y es entonces cuando pueden aparecer entonces las patologías ligadas al calor.
Los trastornos producidos por calor
Los trastornos producidos por el calor van desde los leves hasta la forma más grave, que es el golpe de calor.
Hay muchos síntomas que deben ponernos sobre aviso de que algo está empezando a fallar en nuestro organismo: calambres en brazos y piernas y edemas. También puede aparecer debilidad, cansancio, dolor de cabeza, náuseas y vómitos. Todo ello es típico de un pérdida de sales y líquidos.
El golpe de calor aparece cuando el organismo pierde el control de la temperatura corporal que sube por encima de los 40,5ºC, provocando daño en las estructuras celulares y en el sistema termorregulador, con un alto riesgo de mortalidad.
Se caracteriza por: fiebre superior a los 40 grados centígrados. Cambios en el estado mental o en el comportamiento, incluyendo confusión, agitación y alteraciones del habla. Náuseas y vómitos, pulso acelerado, respiración rápida. Puede aparecer también dolor de cabeza, convulsiones y coma.
¿Qué se debe hacer ante señales de un golpe de calor?
Si observamos alguien presenta los síntomas descritos anteriormente debemos tener en cuenta que podemos estar frente a una emergencia. Se debe solicitar ayuda médica y mientras tanto podemos empezar a enfriar a la víctima siguiendo estas recomendaciones:
– Llevar a la persona a un lugar fresco y en posición semisentada para favorecer la respiración.
– Procurar que beba agua a pequeños sorbos si está consciente.
– Reducir la temperatura corporal, retirando algo de ropa, dando aire con un abanico o ventilador y utilizando paños con agua fría en la frente, la nuca y el cuello.
En situaciones de altas temperaturas recuerde:
– Evitar la práctica de deporte y actividades que requieran un esfuerzo físico durante las horas centrales del día.
– Es muy importante mantenerse hidratado, beba agua con frecuencia y evite comidas copiosas.
– Intentar mantener fresca su vivienda, por debajo de los 32ºC durante el día y de los 24ºC durante la noche.
Sagrario Pérez de Agreda Galiano
Farmacéutica del Centro de Información del Medicamento
Colegio Oficial de Farmacéuticos de Ciudad Real