Sabemos de los niños que mueren y son explotados. Conocemos las cifras escalofriantes de los esqueletos andantes del planeta. Y no desconocemos lo fácil que sería atajar tanta penuria humana. No se cambia porque conviene que mueran y perezcan los pobres y miserables de la tierra. Para desgracia nuestra, los que nos dirigen y explotan son sibilinos, y ese oscuro misterio nos ciega y nos convierte en estatuas de piedra. En el mundo feliz que conocemos ya hemos empezado a conocer la bruma del ocaso. Dicen que los muertos siempre reclaman justicia, esa fosa, hoy, igual que ayer la tenemos abierta. Polvo de fracaso nos golpea por el tráfico de mujeres y los niños extinguidos a causa de la marginación de la pobreza.
La desigualdad marca la diferencia creciendo los pobres y creciendo los ricos. Crece el atrevimiento de la autoridad bajo la potestad del poder. Hoy por hoy resulta insalvable quitar esa distancia entre unos y otros. Crece la pobreza en el llamado “cuarto mundo” En los países occidentales hay pobreza. Y entre nosotros tienen ya nombres y rostro. Se calcula actualmente que puede haber más de mil millones de pobres. Y también hay estudios realizados que ese problema prevalece porque así conviene. Analizar las partes de ese Todo supones trasgredir y violentar los pilares de nuestro mundo.
Se nos acaba el año 2013 con un sabor amargo de fracaso y sin embargo todavía en nuestro ánimo esperamos recobrar los bienes que nos faltan. Ojalá que así sea. Para conseguirlo alzo mi copa de vino y brindo con ella por una justica verdadera.
BRINDIS
Varada me quedo en la ribera del ocaso
con mis manos abiertas sin cimientos
en la margen del río de mi carne.
Vengo desheredada de ramos axilares
masticando fracasos con acíbar junto
a la muerte de inútiles discursos
de un ayer cercano y extinguido.
Y sólo me queda en mis sienes la locura
de haber creído en la justicia brindando
por la paz con flores en mis manos
y en mi pelo, sin otro fin que mi ingenua
rebeldía de juventud; sincera y sin doblez.
A oscuras, no vislumbro luz que me devuelva
los puentes para cruzar el río que he perdido:
quitar su escoria y bogar por un cauce
limpio de miserias para hoy. Aun así, alzo
mi copa y brindo por la tierra ofrecida
a los humanos a través de la historia del pasado.
Natividad Cepeda
Poema del libro V Encuentro Oretania de Poetas “La palabra herida” Ediciones C & G 2013