Aunque la calle a lo largo de su larga historia ha ido cambiando su denominación, la memoria popular sigue cultivando la idea de La Feria, que en su día se denominó así y que durante algún tiempo y a propuesta de las sociedades de la Casa del Pueblo se cambió a Pablo Iglesias y que desde el 8 de octubre de 1939 adquiere su nombre actual, que corresponde a el de los Hermanos Alfredo y Antonio Galera Paniagua, militares ambos nacidos en esta localidad.
Pero el nombre de Feria que tuvo la calle, no ha sido solo lo que se ha mantenido en la vida social y el carácter alcazareño para que se siga manteniendo en el recuerdo, el espíritu colectivo del lugar, que a veces nos distingue como pueblo, y se acrecienta mucho más cuando llegan sus fiestas, como en este caso la Feria, donde el forastero, se mezcla con el alcazareño recordando tiempos pasados, y donde nos aflora el carácter hospitalario y servicial que de siempre ha tenido Alcázar de San Juan.
Un pueblo abierto a la comunicación, de fácil acceso, sin prejuicios para el extraño, que provoca en esta calle se mezcle entre sus residentes los naturales con los forasteros, confundidos en uno solo, que se sintetizaron también en definitiva en la forma de realizar sus actividades lúdicas que es el fin común de toda Feria y Fiestas.
A principios del siglo XX, el emplazamiento de la Feria en Alcázar se limitaba a la conjunción de la calle Castelar y las Plazas de la Fuente y Santa Quiteria, describiéndose esta actividad como un mercado de novedades con escasas atracciones mecánicas, puestos o paradas de productos alimenticios poco usuales, donde los principales entretenimientos era la venta de productos domésticos especialmente de alfarería y consistiendo la feria en un mercado de ganado.
Poco a poco y con los años el recinto ferial se va trasladando de Santa Quiteria, a la calle La Feria y a la Plaza de la Aduana, y conforme fueron poniendo nuevas atracciones mecánicas, la feria creció hasta la Plaza del Arenal en donde se ponían las novedades mas punteras del momento. Estamos hablando ya del año 1955 y el “Espejo Mágico” hacía furor entre los asistentes, donde al subirse en él, las gentes se veían de diferentes formas y hacían de hazmerreír del público en general, las sillas voladoras, el tira pichón, el tren de la bruja, la noria en la esquina del antiguo bar Marcelillo, que hizo las delicias del personal asistente, porque desde ella se podían ver hasta los tejados de las casas. Una actividad ferial que permaneció en esta calle y aledañas hasta prácticamente finales de los años 60 en el que el recinto ferial se cambia a la zona del “Orujo” para luego pasar entorno a 1976 a su ubicación actual.
Pero este espíritu comercial de Feria caló entre las gentes de esta calle, ya que trajo consigo que esta mezcla entre foráneos y naturales, se materializara asentándose en esta calle comercios oriundos con otros comercios punteros para la época, que daban una vida socioeconómica real a lo largo de todo el año.
Muchos fueron los comercios y actividades que se han instalado en ella como la guarnicionería de Constan, al principio de la calle lindando a la plaza de Santa Quiteria, en la casa donde algún tiempo también residió la hija predilecta Pilar Maldonado y donde se mezclaba el arranque de la calle con viviendas familiares de los naturales del lugar y comercios como la peluquería de Gala, ahora denominada Cris. Casas estas frente a la iglesia parroquial de Santa Quiteria y que tras el derrumbe en 1921 de parte del templo, se construye en el mismo terreno los salones parroquiales, que además de las actividades de la parroquia corrientes, han servido de sede para la Juventud de Acción Católica Española (JACE) y también durante algunos años como lugar de ensayo de la Asociación de Coros y Danzas de Alcázar de San Juan pregoneros de este año de nuestra feria.
Pero también se ha dado y se da en esta calle el sector servicios, como el actual centro de barrio, el cobro de las contribuciones o Tabacalera que servía como almacén de tabaco para todos los estanqueros de Alcázar y comarca. También se asentaron empresarios, como uno de los propietarios de frutos secos Emilio Arias, y en 1917 se inaugura la Casa del pueblo, durante algunos años Delegación Comarcal de Juventudes donde realizaba sus actividades la Organización Juvenil Española (OJE), volviendo a ser Casa del Pueblo en 1977. Servicios que se han ido mezclando con casas de familias de las que muchas hoy residen sus descendientes, como la imponente casa de Domingo Quiralte Cencerrado y Austroberta Crespo, donde en la actualidad vive una de sus nietas Pilar junto a su familia. También nuevos recursos como la Clínica del Dr. Isidoro, hijo mayor de los antiguos carniceros de la calle, Luís y Conchi, familia estos de carniceros por excelencia, descendientes de Petra de la viuda de Paulino Martín en el mismo local donde hoy existe una zapatería.
Comercios que se mezclan con casas particulares y que daban carácter a la calle como la Droguería Aurora, regentada por Carmen, esposa de Miguel, el tercero de los hijos de Mauricio Martínez (el estanquero). Una mujer querida por todos por su gran humildad y simpatía con todas las personas a las que conocía.
Terminando la calle por lo números impares, estaba la antigua casa haciendo esquina con la calle Corredera donde se ubicaba el establecimiento de coloniales y estanco de Mauricio Martínez Molina, natural de la provincia de Soria, que casó con Aurora Martínez, natural de Linares, ambos foráneos se establecieron en esta calle de La Feria a principios del siglo XX, como oportunidad para poder criar a su futura familia de cuatro hijos varones. En la actualidad y en la misma ubicación, se encuentra el estanco regentado por Julio la tercera generación y la mayoría de las casas están habitadas por sus descendientes.
También en distintas épocas se instalan en la calle escuelas como la de D. Cesáreo, industrias como la carpintería de Antonio Raboso ya en la acera de los pares, la guarnicionería de los Arpa o Alarpa, y también varios comercios, en donde les hacía fuerte competencia la cercana casa de “La Troya”, una torre de babel de gentes que vivían en la cercana Plaza de la Aduana, dedicadas en su mayoría al estraperlo de productos alimenticios y cuyo callejón unía con la Rondilla de la Cruz Verde, en donde hoy hay sendos bloques de pisos.
En la esquina de la acera par junto a la Plaza de la Aduana, está la casa que fue de Serafín Quintanilla Manzanero, cuya clínica veterinaria la tenía situada en la cercana Plaza de Santa Quiteria; contigua a la misma la casa que fue de Germán León, casado con la señora Ville hermana de Esther la mujer de Serafín, en la actualidad en esta última casa el equipo de “Marte será mejor”, la ha establecido como sede para hacer sus representaciones. También durante un tiempo en un cuarto alquilado estuvo la guarnicionería regentada por Primitivo y su hijo Vicente.
Continuando la calle con casas particulares como la de la familia Ortega, o la casa donde antiguamente estuvo la carpintería de Antonio Raboso, llegamos a sitio característico en época de feria, porque era allí donde se instalaban los juguetes para los niños que normalmente se ponían en esta calle, donde había carros de mulas en miniatura, rascallús, cogedorcillos, artesillas, losas, zambombas, alcancías, como caso curioso destacaba esta zona del postigo del largo corral de la familia funeraria de Alcázar por excelencia, donde con las maderas de las cajas de muertos fabricaban carros, carretillas, galeras, camiones, que hacían las delicias de los niños de la época. En los años noventa la casa sirvió de almacén y taller de reparación de cajas funerarias y de garaje para los coches de muertos.
Una mezcla esta entre lo divino y lo humano que se contrarrestaba que junto a este comercio peculiar, se instaló en los años 80 la panadería- bollería TEOISA o de la hija de la Bienve como era conocida popularmente entre sus clientes, estos nuevos empresarios que venidos de la cercana calle de Alto de Soria donde se instalaba la empresa familiar más antigua, quisieron Isabel y Teófilo probar fortuna en esta calle para poder criar a sus tres hijos, en un principio instalaron el negocio sólo como bollería en el fondo de la casa, caso curioso este, ya que hoy casi no existe esta disposición, donde los clientes tenían que atravesar prácticamente la vivienda entera, para poder adquirir sus productos de horno de leña, no siendo hasta unos años después, ya como panadería también, cuando ponen su despacho en la calle y modernizan su industria con un horno eléctrico y maquinaria para poder abastecer a sus clientes con mayor comodidad, una saga esta de panaderos de varias generaciones hoy desaparecida de profesión en Alcázar con el cierre hace unos años de la panadería de José Santiago.
Junto a la panadería TEOISA, estaba uno de los comercios por excelencia de la calle y por lo que todavía ahora muchos siguen conociendo a la misma era CAMAVIC hoy la churrería de Juan Martínez sobrino de Camilo Martínez, promotor de la empresa que en un primer momento se instaló en la plaza del Arenal donde a otras cosas se dedicaba al cobro de la perragorda. Camilo vino a probar fortuna desde Jaén, con el tiempo se trasladaron a esta calle donde gracias a la producción de jerseys y ropa en general estuvieron durante bastantes años en la vanguardia del comercio textil, gracias a ser uno de los pioneros en Alcázar en adquisición de las primeras máquinas de tricotar. Tal era el volumen de negocio que muchos de los pueblos de alrededor trabajaban para ellos, teniendo clientes como Galerías Preciados entre otros.
Junto a CAMAVIC se instaló también SANEHOGAR, en el centro de la calle regentado por Antonio Palomino y su esposa Angelita, cuyos hijos en la actualidad en otras ubicaciones han seguido con el mismo negocio.
Tabacalera en la casa contigua, un anexo a SANEHOGAR en la otra casa, que luego se convirtió en tienda de ordenadores y luego a lo largo de su vida el local a tenido usos, terminando con una casa familiar, donde hoy en día hay diversos comercios como Clein o el recién creado de La Fetten, siguen dando a la calle ese carácter comercial que ha permanecido durante varios años al igual que sus gentes, que siguen siendo los descendientes de los que allí vivieron.
Una calle esta que ha sido centro neurálgico de diversos acontecimientos sociales, políticos y religiosos, gracias a su proximidad con la parroquia de Santa Quiteria, como esta imagen de 1962, donde se puede ver una procesión del Corpus, y junto a las aceras macetas que los vecinos sacaban para decorar la calle y hacerla más vistosa, debía de ser un día caluroso porque todos los asistentes están en la acera de la sombra.
En definitiva la actividad comercial y socioeconómica que en su día desprendió La Feria sigue existiendo en la actualidad, otros negocios desgraciadamente han desaparecido, como ha pasado con parte de sus gentes han vivido allí, pero otros nuevos siguen dando vida a esta calle, y no cabe duda que en la memoria popular siempre va a ser identificada como calle de La Feria, aunque su nombre cambie más veces.