Dresu es un joven artista urbano de Pedro Muñoz, con orígenes graffiteros que, con tan sólo 22 años podría darnos a todos lecciones de humanidad, sencillez y humildad. La inspiración de su obra son las personas y asegura que le encanta “interactuar” con la gente mientras pinta. Su gusto por este arte le viene ya de niño. Con tan sólo cuatro años se recuerda con lápices de colores en las manos. Fue en un viaje a Madrid, con 12 ó 13 años, cuando descubrió los graffitis y empezó a investigar qué eran aquellas formas y colores que descubrió cubriendo las paredes de la ciudad. Así empezó su vocación por el arte urbano y, después de emborronar los muros de una casa abandonada, con un par de amigos y cuatro sprays carísimos de los chinos, tuvo claro que esto era lo suyo.
“Empecé a aprender la técnica, a buscar mi estilo, siempre relacionado con el retrato más que con la firma, porque las personas son mi inspiración. Poco a poco conseguí que la gente me dejara muros para pintar. Nunca busqué la adrenalina de pintar a escondidas y salir corriendo, yo siempre he querido tener tiempo para expresarme, que la gente comparta conmigo como voy creando la obra, que me cuenten sus impresiones. Me gusta interaccionar con ellos”. Y es que Dresu tuvo muy claro, desde el primer momento, que el graffiti, a pesar de estar “tan mal visto” y asociarse en demasiadas ocasiones con el “vandalismo”, es todo un arte.
Todo lo que pinta Dresu le brota del corazón. Su base es autodidacta y decidió no estudiar Bellas Artes, “porque no me gusta el arte académico”; así que se encaminó por las Artes Gráficas y el Diseño, buscando una vía “más conteporánea” para dar salida a su creatividad y “buscarse la vida”. Si algo tiene claro este joven pedroteño es que quiere vivir de lo que le gusta, porque no concibe otro modo de vida. Por eso, de pintar en grandes muros ha pasado al lienzo y a las exposiciones en galerías; no sin dificultad, como él mismo reconoce. “Lo que hago es aplicar la técnica del graffiti al lienzo, a otras superficies más pequeñas y con otros materiales, como el óleo o el acrílico. No es fácil cuando estás acostumbrado a hacer grandes obras”. Así empezó, hace tres años, a exponer sin dejar de lado el graffiti. El pasado verano viajó hasta Francia, hasta el pueblo hermanado con su localidad natal, Pedro Muñoz; una pequeña ciudad cercana a Nantes llamada Haute-Goulaine. Allí realizó un graffiti con la palabra ‘AMISTAD’ y expuso su obra. En este periplo de trasladar su arte urbano al lienzo, con la exposición llamada “Cuerpos”, Dresu cambió el chip y dio una nueva dirección a su obra, en todos los sentidos, principalmente en cuanto a su finalidad. “Yo tenía un estilo más de crítica social, con un mensaje más negativo. Me di cuenta que la gente, en estos tiempos de crisis, está cansada de este tipo de cosas porque lo están pasando mal en sus vidas; así que decidí dar la vuelta al mensaje y apostar por la positividad. Hablar de amistad, de cultura, de amor, de besos, de sonrisas… Ser positivo hoy en día es un acto de rebeldía”.
Así, con el chip cambiado, apostando por la positividad, la esperanza y los sentimientos, movido como siempre por su impulso y su corazón, esta Navidad se le ocurrió la idea de regalar un poco de su arte a personas desconocidas. Pintó un cuadro, lo fraccionó en pequeños trocitos del tamaño de una felicitación navideña, escribió una palabra positiva en cada fragmento, lo envolvió en papel de regalo y los fue dejando en diferentes puntos de las calles de Valencia, ciudad en la que cursa actualmente sus estudios de Artes Gráficas. ¿Lo que pasó?… Sencillamente, emotivo. “Creo que el arte es un bien para la humanidad y que cualquier persona debería poder disfrutarlo, no estar cerrado a un grupo de entendidos. Las obras de las galerías difícilmente llegan a todo el mundo. El arte urbano sí. Quería regalar un poco de arte a la gente corriente”.
Sobran las palabras. “Para ti… desconocid@”.