Como un ejército de ocupación que ha devastado un país y que cuando sabe que va a ser derrotado se larga pensando que nadie le pedirá cuentas, así él se marcha esperando no hacer mucho ruido, no dejar huellas ni heridas. Pero las heridas que deja son profundas. Puente ha dirigido a su antojo a sus compañeros de partido y de gobierno, unos compañeros anulados, incapaces de hacer oír su voz enfrentándose a sus bravuconadas y a sus desvaríos. Puente ha insultado y ofendido a todo aquel que se le oponía, a los de fuera y a los de dentro; Puente ha humillado la inteligencia de los alcazareños, ha insultado sin razón a los muchos ciudadanos vivos que no estaban de acuerdo con él. Puente ha sido el gerente de Aguas de Alcázar en el tiempo en que la empresa era llevada a la quiebra para venderla a FCC-Aqualia, sabiendo que los vecinos no querían. Nunca nadie en Alcázar ha sido tan nefasto para la convivencia social del pueblo. Y tiene la desvergüenza de afirmar que gracias a él los alcazareños son más libres. La ignorancia es atrevida. Además. su nombre irá ligado siempre al del alcalde y al de Montealegre, así como a la manera de hacer del Partido Popular.
Hoy en su partido respiran aliviados. Creen que ahora que se va, su imagen mejora; que muerto el perro, se acabó la rabia. Un nuevo error. Solo podrían enjugar su cara si ahora salen y reconocen que Puente los ha tenido maniatados, si piden disculpas a todos por no haber querido parar los desmanes de su portavoz, que ha hablado siempre en nombre de todos ellos. Eso no se olvida fácilmente. Tendrían que pedir perdón ellos también.
Ángel Puente, el peor y más indigno de los concejales que ha tenido Alcázar, sería un individuo para olvidar, si no fuera porque a las personas como él es mejor no perderlas nunca de vista. Por si acaso.
Aunque se haya ido -y habrá que saber dónde- hay dos cosas a resaltar:
Una. Que está obligado a pedir perdón al pueblo por sus insultos y sus amenazas.
Dos. La batalla por el agua no ha terminado La lucha sigue.