Los mercados actuales han trascendido de nuestro ámbito. Nuestro producto se puede estar consumiendo en este momento en cualquier parte del mundo. Por ello, desde la cooperativa, la lucha por el posicionamiento frente al mercado se asemeja cada vez más a una de esas batallas del pasado donde nos convertimos en guerreros que deben de dotarse de las armas más poderosas, adecuadas y eficientes para conquistar territorios. La cooperativa debe seguir apostando por la potenciación de las herramientas necesarias para ganar estas batallas a la competencia y tener poder de decisión en el mercado.
Mercados reconquistados
Hoy en día los mercados tienen que ser reconquistados un día tras otro, con herramientas que impliquen innovar y mejorar las innovaciones de las que disponemos e introducir nuevos procesos que redunden en mejoras en los procesos de producción y comercialización que faciliten esta reconquista. Para la reconquista de los mercados debemos dotarnos de armaduras sólidas a través de herramientas que nos permitan ser más competitivos, tales como aquellas que nos permiten mejorar la gestión, aprovecharnos de los proyectos diseñados por centros de investigación y la retro-innovación, mecanismos que nos permitan mejorar nuestros costes de producción, mayor volumen y concentración frente a los mercados para convertirnos en agentes de oferta y no de demanda, calidad y diferenciación, diversificación e implementación de nuevos servicios e inversiones sostenibles y productivas.
Toda batalla requiere de una estrategia y toda estrategia requiere de una planificación. Por ello creemos oportuno trabajar la competitividad dotando a nuestra planificación como empresa agroalimentaria de una serie de claves estratégicas para conseguir la reconquista de los mercados. Les aportamos de algunas de esas claves necesarias para afrontar con mejores garantías los mercados que pretendemos conquistar.
1) Pensar no nos cuesta dinero y por ello, nuestra masa social, nuestros consejos rectores y nuestro personal técnico tiene que apostar por analizar en primer lugar cual es nuestra propuesta de valor frente al mercado, por definir qué es lo que verdaderamente queremos ser en nuestro micro-entorno con nuestros socios y trabajadores y con nuestro macro-entorno, a través de nuestros clientes y proveedores. Hoy por hoy lo que nosotros somos capaces de ofrecer, ya existe en el mercado, por ello tenemos que diferenciarnos y tener verdaderamente claro qué es lo que queremos que sea nuestra cooperativa y el valor que debe aportarnos como socios de la misma. Por ello, hoy más que nunca, es necesario dotarnos de un proceso de análisis interno que nos permita reflexionar sobre donde vamos a fijar nuestra propuesta de valor frente a los continuos cambios de tendencias de consumo. El cliente es el dueño y señor de nuestros negocios, y por tanto, es el que al final decidirá si compra lo que nosotros estamos produciendo. Tenemos que ofrecer al mercado productos que permitan tener un componente diferencial frente a la competencia, productos que permitan atender necesidades insatisfechas de nuestros clientes. En esto debemos centrar nuestros esfuerzos a la hora de realizar nuestra propuesta de valor para hacer del mismo la rentabilidad de la cooperativa.
2) Es condición necesaria dotarnos de un feedback con los centros de innovación para trasladar a la producción y a la comercialización de las cooperativas de nuevas herramientas que permitan optimizar los costes de producción y por tanto mejorar la eficiencia empresarial. No debemos olvidar que innovar es invertir en nuestro futuro.
3) Debemos hacer de las cooperativas empresas solventes a largo plazo en el mercado a nivel financiero y de producto, empresas que frente a nuevas necesidades de inversión en infraestructuras o de aprovisionamiento en el medio rural sean capaces de afrontar proyectos con margen de cobertura.
4) La trazabilidad de nuestros productos debe estar diseñada de forma que se controle y se analice desde que se transforma hasta que el mismo es directamente consumido por nuestro verdadero cliente: el consumidor final. Solamente de esta forma podremos detectar y corregir las imperfecciones de nuestros procesos y conseguir un feedback que nos permita una mejora continua para la comercialización más eficiente.
5) La conquista del público. La evolución del consumo de alimentos ha sufrido grandes cambios en los hábitos de compra de los consumidores. Estos demandan productos con mayor valor añadido, con mayor calidad y menor precio. El consumidor cada vez se diferencia más a través de segmentos de mercado con perfiles muy definidos y a veces heterogéneos. El consumidor aumenta el interés por la salud y por el consumo de productos naturales, se preocupa por la seguridad alimentaria y por la demanda de productos más sanos y seguros. Esto requiere de mayor garantía a la hora de suministrar los productos. Por ello, el etiquetado, los distintivos de calidad o las marcas son un valor relevante para la conquista de nuestro público objetivo. Debemos analizar en profundidad este mensaje y captar la atención de nuestros clientes para conseguir su fidelización a través de estas vías. Tenemos que contar con unos canales adecuados que permitan analizar los errores o sesgos que tenemos a la hora de fidelizar a nuestros clientes y como se valoran nuestros productos.
6) La comunicación es fundamental. No es lo mismo contar que transmitir. Por tanto, debemos ser capaces de transmitir e infundir en nuestros clientes valores como la confianza, la tranquilidad, la disponibilidad para afrontar la cadena de suministro, la seguridad en las operaciones, etc. Para ello debemos dotarnos de mecanismos que nos permitan aprender a vender lo que producimos de la mejor forma posible. Debemos dotarnos de herramientas de marketing estratégico con campañas online y offline, encuentros empresariales, etc., que permitan valorar el impacto que nuestra cooperativa tiene sobre nuestros clientes potenciando la marca y la diferenciación de la misma, a la vez que fomentamos la capilaridad a través de nuestros propios clientes.
7) La diversificación de las actividades. El concepto de cooperativa rural puede ser una herramienta estratégica para la comercialización de nuestros productos si lo utilizamos adecuadamente. Hasta el presente las cooperativas se han centrado en la diversificación de actividades para cubrir necesidades agrarias de los socios. Ahora toca apostar por cubrir el resto de necesidades insatisfechas y que conocemos mejor que nadie en el medio rural porque son nuestros socios los que las demandan y acuden a terceros para que les sean prestadas. Diversificar hacia servicios que aporten valor a nuestra masa social es apostar por dotar de nuevos valores a los productos que comercializamos.
No debemos olvidar esto:»Una cooperativa responsable es aquella donde los empleados y sus socios pueden encontrar no sólo una remuneración adecuada a su trabajo y a su producto, sino también la satisfacción por la tarea que en ella llevan a cabo y donde pueden desarrollar sus conocimientos y mejorar sus necesidades».







































































