Nace humilde y pobre en la vasija
humana, toda vida. Viene del amor
precedida con un rastro de estrellas
y galaxias. Nace para la tierra sus pétalos
de sangre latiendo en una sinfonía
de fuego y libertad. Nacemos con un beso
de Dios crecido en las entrañas para amar.
Yo nazco en Nochebuena cada año
como nace la escarcha en el amanecer.
Y agradezco el vientre preñado de vida
de todas las mujeres que apuestan
por ser madres. Y cuando Dios me llame,
que me reciba Emanuel, el hijo de María,
para vivir con ellos mi alegre Navidad.