La población, sin palabras, se pregunta por qué hay que cobijar a quienes no respetan la cultura europea. Los que piden ser ciudadanos de Europa y cuando van y vienen por nuestras calles nos masacran una vez, y otra vez, sin darnos tregua a llorar a los nuestros.
La población se pregunta ¿quién les da las armas, quienes les dan esas monedas manchadas de terror para trocarlas en sangre despedazada? La violencia en las ciudades de la vieja Europa ha creado un caldo de cultivo de repulsa: miedo a los que son diferentes.
Hoy Bélgica gime, grita en silencio, recoge los despojos de Bruselas y ordena que la ciudad se detenga” porque el corazón de Europa de nuevo ha sido masacrado” “Golpeado y por esto se ha de tener una lucha específica contra la falsificación de documentos: unidos, juntos contra el tráfico de armas y reforzar los servicios de información dentro del nivel alto de amenaza que hay Sobre las ciudades de Europa. En estos términos lo ha declarado el ministro belga.
Y los que huyen a estas horas saben que el refugio ansiado está mucho más lejos de conseguir. Los suicidas que se inmolan ignoran que los inocentes que matan sin voz claman venganza. Y la venganza carece de misericordia y de cordura.
No basta con llorar con Bruselas: no será suficiente poner en los móviles banderas belgas, ni llevar flores a donde yacen los despedazados cuerpos; no. El miedo cegará el alma y crecerá el rechazo a los que no sean iguales a Europa.
El pueblo calla. Los pueblos del Occidente europeo han empezado a sentirse aplastados y poco a poco no querrán saber nada de los que llegan aquí para herir y golpear el corazón de cualquier lugar de Europa.
Dar posada al peregrino está dentro de las Obras de Misericordia del cristiano, pero hay que recordar que las personas no somos ángeles y una piedra golpeada con una maza continuamente termina por romperse. Por aquí, en las tierras que cultivan viñas, se dice que “el miedo guarda la viña”: más o menos que cada uno debe defender lo suyo. Ojalá que estos lodos ensangrentados no traigan barros donde nos impidan ser justos.
Las bestias del Apocalipsis han vuelto a visitarnos segando la vida de los inocentes y cortando la esperanza de muchos otros. Hoy sí estamos ante una semana de dolor: La cruz vuelve a clavarse en el Gólgota. Que el amor no nos abandone para seguir amando por encima del odio.
Natividad Cepeda