Poco público acudió al único festejo de la feria de Alcázar de San Juan. La mezcla era explosiva: entradas muy caras, poca difusión y comunicación del cartel y mucho, pero que mucho calor, lo que hicieron que la afición llenara la plaza en poco más de la mitad del aforo.
En una nueva ocasión se apostó por una corrida mixta, con un rejoneador y dos matadores de los que se consideran “de ferias” y que dieron cuenta de una corrida de Sánchez-Arjona, encaste Domecq, que no desentonó con el fuste y exigencias de la terna. Y a decir verdad para nada pusieron en apuros a sus lidiadores, todos fueron nobles, justos de fuerzas y de raza. Precisamente lo que exigen los toreros en la actualidad y con los que ellos pueden desarrollar su particular toreo.
Y en esas se entretuvo Miguel Ángel Perera, que debutaba al igual que sus compañeros en el coso manchego, y que se pegó un arrimón en el quinto de “agárrate y no te menees”. Se pasó al toro por todos lados, tieso como un palo y el toro a su alrededor girando y siguiendo la muleta embelesado. En ocasiones se arrimó tanto que hasta lo acobardó. Perera fue el Perera “ojedista” que siempre le ha gustado ser, acortando las distancias hasta el límite desde el comienzo y hasta el final de su faena de muleta. Lástima que con la espada lo estropeara ya que lo que iba para triunfo gordo quedó en una oreja.
En su primero, también estuvo templado aunque un punto frío. En este toro destacó toreando con el capote en el saludo, recibiéndolo a la verónica cargando la suerte sutilmente, como lo hacía su apoderado Fernando Cepeda, y rematando con buena media. Tampoco atinó con los aceros y escuchó dos avisos.
El rejoneador Diego Ventura era el encargado de abrir y mediar la corrida y cortó tres orejas en dos faenas muy diferentes. Si en su segunda por la falta de recorrido del toro, hubo mucho rejoneo de cara a la galería con más toreo fuera que dentro de la cara del toro. Mató rápido y le dieron dos orejas.
Pero fue en el primero de la tarde en el que se llevó al personal de calle. Aquí sí se vio al mejor, o uno de los mejores rejoneadores de la actualidad. Citó siempre dando los frentes, clavó en el estribo y templó las repetidoras embestidas llevando cosidos los pitones a centímetros de sus caballos. Por no matar a la primera, el premio se quedó en una sola oreja.
Y Cayetano, el esperado, ya que ha sido a la tercera vez de anunciarse en los carteles cuando ha podido hacer el paseíllo, también pudo arrancar una oreja a cada uno de su lote con dos trasteos en los que estuvo compuesto y cumplidor. Este torero para resaltar más sus cualidades necesita un toro que tenga más nervio, más picante, que se note más el peligro, porque si no al madrileño le buscan más las vueltas con sus antecedentes que por sus virtudes delante de los toros. Aun así dejó buenos pasajes. En su primero destacó el comienzo de muleta, rodilla en tierra, y sobre todo, el estoconazo en todo lo alto con que mató al último de la tarde.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 4 de septiembre de 2016. Plaza de toros de Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Más de media entrada y mucho calor.
Se lidiaron seis toros de Sánchez-Arjona, desiguales de presentación, más grandones los de rejones y más igualados los de la lidia a pie. Todos con el común denominador de la nobleza y la justeza de raza y de fuerzas. Los cuatro de a pie recibieron un único puyazo.
Diego Ventura (rejoneador). Dos pinchazos sin soltar y rejón: oreja. Rejón entero, caído y trasero: dos orejas.
Miguel Ángel Perera (caldero y oro). Pinchazo hondo caído y atravesado y cinco descabellos: dos avisos y silencio. Pinchazo, pinchazo hondo y un descabello: oreja.
Cayetano (blanco y plata). Casi entera tendida y un descabello: oreja. Estocada en todo lo alto: oreja.
Al final del festejo salieron por la Puerta Grande Ventura y Cayetano.
Observaciones:
Los toros de rejones saltaron al ruedo por la Puerta de Corrales, en lugar de por la de Toriles, por donde históricamente han salido.
La banda de música amenizó todas las faenas desde los primeros compases de los toreros, sin dar prácticamente tregua al tanteo natural de las aperturas de faena.
El coso lució una nueva fisonomía en sus barreras, al cambiarse los colores de la bandera de España por el rojo almagre.
Hubo alguna queja con los acomodadores por las ubicaciones fuera del lugar correspondiente de los aficionados.
Y debutaba en la Presidencia el aficionado Javier Rubio, sin ninguna incidencia destacable, salvo la falta de puntualidad en el comienzo del festejo, con diez minutos de retraso con respecto al horario anunciado.





































































