Habían pasado veintitrés años desde que un chaval sin caballos pisaba el ruedo de la antigua plaza de toros, se llamaba entonces Manuel Jesús Cid. La huella del tiempo lo anunciaba para este 18 de septiembre en la corrida de las Fiestas del Santísimo Cristo de la Columna, esta vez con su nombre en todo lo alto y como primerísima figura del toreo que lo es Manuel Jesús El Cid, un joven de Salteras consagrado en el mundo del toro, y para bien, a Dios gracias, triunfando en todas las plazas del mundo, pero he ahí las casualidades del destino, trabajo costo que desembarcara en Bolaños al lado de mi Castillo, mi morada diaria, lucir en la terraza del hotel el traje de luces de su jornada triunfal anterior en Logroño con vistas a las almenas, y digo que tenía que ser ayer cuando Manuel se aproximó a mi sacándome al tercio y brindando la muerte del toro.
Sus palabras para mí, solo faltaron las lágrimas y mi dedicatoria a mi Madre que en Plaza esta, ni por asomo se puede describir, ni la emoción, ni el detalle, con la sinceridad y el cariño vivido ayer más allá del brindis con la familia, pasear por la calle, en definitiva una jornada inolvidable de la que por supuesto los bolañegos fueron partícipes en mayor o menor medida. El agrado con las gentes, foto por aquí foto por allí, qué persona y qué torero. Tres orejas fue su balance conseguido con la extraordinaria corrida de Alcurrucén a la que se sumaron a la fiesta dos jóvenes que vienen arreando fuerte en esto, Octavio García El Payo y otro joven que entró en el cartel por la vía de la sustitución, Álvaro Lorenzo, que para nada se echó de menos al anunciado Paquirri. Fue una tarde extraordinaria en lo artístico y en lo personal y los bolañegos disfrutaron de una gran tarde de toros y toreros.
Ignacio Rubio