En la Finca Puerto Pulido, donde pasta la vacada de Toros de Ojailén, y situada en el término de Brazatortas (Ciudad Real), tuvo lugar una tienta bajo la atenta mirada de sus propietarios Javier Gallego y de sus hijos Macarena y Enrique, y como no, con la supervisión de Rosa, la madre y anfitriona.
Tras una visita a la ganadería para ver los pastos y las reses bravas, en un paraje precioso como siempre depara el Valle de Alcudia, y donde el verde y la floración de las aguas caídas hacen de esta hermosa finca su principal atractivo para el agroturismo.
La programación no podía ser mejor, una figura del toreo como Manuel Jesús “El Cid” que venía a tentar las vacas de la ganadería y como merecía la ocasión la placita de tientas se vistió de lujo para recibir al maestro de Salteras (Sevilla). El diestro estuvo como en él es costumbre, derrochando simpatía y agrado que departió con todos aquellos que lo quisieron o lo reclamaron.
El sevillano acudió con su plana mayor, su mozo de espadas José Luis Valiente, su peón de confianza Curro Robles y su nuevo apoderado Marcos Sánchez Mejías, así como un chaval que apadrina llamado José Antonio Lauri.
Tres fueron las vacas tentadas por “El Cid”, de una calidad esplendida en nobleza, templanza y bravura; una calidad que Manuel resaltó y que es difícil de encontrar hoy en día. Disfrutó y nos hizo disfrutar de ese toreo poderoso y sobre todo con su mano zurda donde literalmente se emborrachó de toreo y gusto. Por todo ello el ganadero se encontraba feliz por esa dulzura en el trazo y en la conducción y entendimiento de las reses, cada una en su estilo, pero todas llenas de de nobleza y embestida franca.
Grata sorpresa fue para todos la disposición y el buen hacer de José Antonio Lauri, novillero sin caballos y triunfador la pasada campaña de muchos certámenes de noveles. El chaval se hartó de torear con ganas, gusto, disposición y un buen hacer que promete y dejando una impronta de torero a seguir en un futuro.
Tras la tienta, una comida de hermandad fue el punto final de una jornada de camaradería y buen toreo, ese que nunca se olvida y que cala en las retinas y la memoria, con unos ganaderos felices por el juego de sus animales, y que lógicamente, habiendo caído en las manos de “El Cid” fueron el complemento ideal para pasar un buen día de tienta.
Enhorabuena y felicidades a la Peña Taurina de Tomelloso por tan brillante iniciativa.






































































