En el occidente europeo su instauración se retrasó pues tuvieron que transcurrir bastantes siglos hasta que el papa Sixto IV, a fines del siglo XV, estableció para la ciudad de Roma la fiesta de la Inmaculada, siendo Alejandro VII quien se decidió a favor del misterio de la Inmaculada Concepción en 1601. Un siglo después Clemente XI en 1708 extendió la fiesta a toda la Iglesia hasta culminar el 8 de diciembre de 1854 con la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción de la Virgen María otorgada por Pío IX.
A la Península Ibérica llegó el culto procedente del sur de Italia en la segunda mitad del siglo XIV fundamentalmente por la predicación de los franciscanos y la obra de sus teólogos quienes defendieron el misterio de la Virgen María concebida sin pecado original frente a los dominicos. Durante el siglo XVII la monarquía española fomentó su propagación extendiéndolo a tierras americanas y en 1760 las Cortes de Madrid, a instancias del rey Carlos III, declararon a la Inmaculada Concepción Patrona de España y de las Indias.
En nuestra villa de Alcázar su devoción se instauraría posiblemente a finales del período medieval. El desarrollo de su culto estuvo vinculado a la necesidad de luchar con todos los medios posibles contra las periódicas y terribles plagas de langosta que asolaban los campos, desde tiempo inmemorial, con la consiguiente destrucción de las cosechas y la amenaza de hambrunas. El concejo asumía el alto coste de su extinción ya que una parte importante de las rentas de los bienes de propios se utilizaban en combatirla. Por otro lado la creencia colectiva de que estas plagas eran el castigo divino por los pecados cometidos, individual o colectivamente, por los vecinos generó la necesidad de implorar al cielo su perdón, y con él la eliminación de la plaga, mediante la intercesión de la madre de Dios. Así nació el Voto a la Inmaculada Concepción en Alcázar cuya celebración anual quedó instaurada primero en la ermita extramuros de su mismo nombre y después en el convento e iglesia de Santa Clara donde se veneraba su imagen.
La primera referencia documental corresponde a 1546 cuando la población alcazareña y su Concejo renovaron el Voto a la Inmaculada para librar el campo de la plaga de langosta de ese año. Por ella conocemos que el Voto comprometía al pueblo de Alcázar “para siempre jamás” a guardar su fiesta y celebrar las nueve misas en las nueve fiestas de Nuestra Señora a cargo de los sacerdotes de Santa María, Santa Quiteria y los frailes de San Francisco. Los gastos de la celebración del Voto, cera y limosna de misas, se sufragaban por el ayuntamiento como garante de su cumplimiento. Escasos cambios se introdujeron en los años siguientes. En 1622 la fiesta de la Concepción se conmemoraba con vísperas y misa solemne y las nueve misas se decían los sábados siguientes a dicho día “que es por boto perpetuo para siempre jamas que el concejo desta villa hizo y que se haze en la Yglesia de la Concepcion de Nuestra Señora en cada un año”. En defensa de su misterio ese mismo año el concejo pagó unas fiestas de luminarias y toros “en razón de la limpieza y Virginidad de Nuestra Señora la Virgen Maria concevida sin pecado original”.
Pero la devoción a la Inmaculada no se reducía solo a estas celebraciones sino que se recurría a su intervención durante el año para implorar su mediación ante la incapacidad de controlar o mitigar de alguna manera las consecuencias de los fenómenos atmosféricos adversos. Era el momento de sacar su imagen en procesión, como ocurrió en la sequía de mayo de 1615, con acompañamiento del pueblo y nueve danzantes quienes portando cascabeles y a ritmo de un tambor pidieron a “Nuestro Señor mediante la intercesión de la Virgen Santisima de la Concepcion nos envie agua para remedio de los frutos de la tierra”. La imagen recorrió las calles de la villa deteniéndose cinco días en cada una de las tres iglesias donde se celebraron las misas rogativas para terminar volviendo desde San Francisco al monasterio de la Concepción. En reconocimiento a las lluvias que cayeron y salvaron la cosecha el ayuntamiento donó 8.500 maravedíes a Dª Jerónima Romero, abadesa del monasterio, para contribuir a la confección de un vestido para la imagen.
Los grandes favores y “milagros” recibidos por el pueblo de Alcázar con la ayuda de la Inmaculada determinaron el acuerdo municipal del 9 de noviembre de 1589 por el que de forma unánime los alcaldes y regidores de ese año reunidos en la torre del ayuntamiento renovaron el Voto y la reconocieron y votaron “como patrona según la costumbre de mucho tiempo aca” estableciendo como día festivo el 8 de septiembre fecha en la que se celebraba el misterio de la Inmaculada Concepción y en consecuencia los gastos de la fiesta “se harían a costa de los propios de esta villa”. Durante el siglo XVII se mantendrá como única patrona de Alcázar. Sin embargo en 1722 se cuestiona su titularidad cuando frey D. Diego de Mayorga y Guzmán, prior de la parroquia de Santa Quiteria, pretende que la “Gloriosa Virgen y Martir Santa Quiteria” fuese también patrona de la villa contando para ello con el apoyo incondicional del Vicario Arzobispal de Toledo quien la nombra segunda patrona declarando día de precepto su fiesta. Frente a tal decisión frey D. Pedro Ramos Novillo, prior de la de Santa María, que en su caso tiene la colaboración del concejo, defiende como “unica y singular patrona la Reyna de los Angeles Maria Santisima Madre de Dios y Señora Nuestra en el Soberano e Inmaculado Misterio de su Purisima Conzepzion”. El conflicto legal que se había iniciado ante el tribunal eclesiástico pasó ante el rey Felipe V quien por una Real Provisión determinó que todo el proceso y autos que sobre la causa se habían originado se enviaran a la Chancillería de Granada para que esta resolviera. Al mismo tiempo tanto el concejo como el prior de Santa María acudieron al Nuncio en Madrid para que por su mediación se instara al papa Benedicto XIII a publicar una bula en la que revocara el título de patrona a Santa Quiteria y su fiesta no fuera de precepto.
Por la documentación conservada sabemos que el pleito continuaba en 1725 sin que la información necesaria para dictaminarlo hubiese llegado ante la justicia granadina. Lo que confirmamos es que años después Santa Quiteria era patrona de Alcázar celebrando su fiesta el día 22 de mayo y la Inmaculada se había convertido en su principal patrona. Y para que quedara constancia de ello el concejo acordó el 25 de marzo de 1756 que en la sala Capitular “se coloque un quadro de Maria Santisima de la Concepcion la principal patrona de esta villa”. El cuadro, según el testimonio de Enrique Manzaneque y Tapia secretario del ayuntamiento, seguía colocado en 1905 en el testero de la misma sala frente a la ventana y en el círculo estaba grabado un rótulo que decía: “Ave Maria Santisima, sin pecado concebida. La general patrona de esta villa de Alcazar de San Juan”.
Mª Soledad Salve Díaz- Miguel
Francisco José Atienza Santiago