


Una fiesta en la que las gentes del lugar se reunían en las casas para pasar un rato distendido y a la vez recaudar fondos con destino al culto de las ánimas benditas. Pujas, danzas tradicionales y más escenas dramatizadas que este año trajeron por sorpresa la llegada desde la Guerra de Filipinas del hijo del dueño de la casa.
Por segundo año consecutivo, la asociación folclórica Virgen de las Cruces puso en escena el Baile de Ánimas. Una tradición que se perdió a finales del siglo XIX y que tenía por objeto recaudar fondos para el culto de las ánimas benditas a través de las pujas que los hombres del lugar realizaban por bailar con la moza deseada. El Espacio Fisac se convertía de nuevo en una casa de la época para una celebración que solía preceder al Carnaval y en la que más de una treintena de componentes se afanaron en su recreación ante la atenta mirada de más de 200 personas.
En esta ocasión, a parte de las pujas de los mozos, el baile escondía una sorpresa: la llegada desde la Guerra de Filipinas del hijo de los dueños de la casa, Felipe “El Pilindicas” y Dolores. Ellos fueron también los encargados de recibir a cada uno de los invitados, donde todas las clases sociales quedaron dibujadas a través del alcalde del pueblo, la ricachona hija del estanquero o los dos pastores borrachines que llegaban tarde a la fiesta con la intención de enamorar a la hija de la autoridad.
Como era habitual en la época, el baile estuvo dirigido por el subastero encargado de recoger el dinero de las subastas y de emparejar a los allí presentes, quien también veló por que el decoro y los buenos modales prevalecieran durante la fiesta. Remigio con Amparo, Fermín con Nicolasa y así hasta más de nueve parejas diferentes danzaron al ritmo de las jotas, seguidillas y rondeñas que interpretó la rondalla, haciendo las delicias de aquellos que esperaban este baile para poder acercarse a la mujer que les gustaba, siempre que sus bolsillos se lo permitieran.
Durante la noche tampoco faltó la mistela, los cortadillos o las roscas, y es que los dueños de la casa se afanaron por agasajar a sus invitados en un evento tan importante. Para finalizar parte del público también participó de la fiesta bailando el popular tema “A la Mancha manchega” con los integrantes de la asociación organizadora.
Media hora antes de que comenzara el baile, la puesta en escena se trasladaba a las calles de Daimiel, donde la cofradía de «Los Rotos» anunciaba el evento al son del tambor y con grandes banderas. Algo que de nuevo volvió a sorprender a muchos vecinos que se encontraban por el centro de la ciudad, quienes desconocían de esta celebración y recreación.
Del mismo modo, el historiador Jesús Sánchez Mantero, autor de la publicación “Bailes de Ánimas en Daimiel”, era el encargado de poner en contexto al público presente y así facilitar el entendimiento de una tradición que de nuevo ‘Virgen de las Cruces’ ha rescatado y sumado al patrimonio inmaterial y cultural de Daimiel.






































































