David Mora, Daniel Luque y Álvaro Lorenzo trenzaban el paseíllo esta tarde de Domingo de Resurrección en la primera plaza del mundo. Madrid acogía un cartel de dispares conceptos en el que la materia prima ganadera corría a cargo del hierro de El Torero.
El cuajado segundo lucía estampa para asustar, pero buena hechura para embestir humillado en las verónicas con que se recreó Luque en el saludo. Justo fue el castigo en varas y muy pulcro el quite por chicuelinas que deletreó Álvaro Lorenzo. Pero no lo empujó Luque con la muleta en el inicio, ni se acopló a la embestida cuando la cogió con la zurda, ni se quiso morir en cada natural cuando permitían los enganchones que saliera una serie medio limpia. Mucha fue la corrección en la estética, pero faltó ambición en la propuesta y entrega en la labor. Mató, además, de un sablazo que hizo guardia y un bajonazo y en silencio se perdió su historia con el animal.
Tuvo sabor y ritmo el lanceo genuflexas de Álvaro Lorenzo al cierraplaza, toro vareado y largo, con remate y cuajo sin estridencias que empujó con los riñones en el peto. Sensacional en la brega Sergio Aguilar, muy aplaudido. Llegó mucho el inicio por estatuarios de Lorenzo que le dio distancia en seguida para recibir su nobleza. Y su empuje, porque la quiso por abajo con boyantía el buen toro mientras Álvaro giraba sobre el talón. A más el trasteo hasta que llegó la izquierda y el corazón del manchego, que trazó sin mácula, con profundidad, siempre metido. Pero quedaba la tanda de reventar al gran animal, y esa llegó al final, con la zurda entregada, el vuelo por abajo despacito y las barrigas arrebatadas. Sin ayuda el final, doblándose con torería, con apostura, con la firme solidez del que sabe que es su día. Y con la espada fue un cañón. Toda la plaza empujó el pomo poco antes de que sonase el aviso. Dos orejas.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Domingo de Resurrección. Corrida de toros. 9.900 personas en el tendido.
Seis toros de El Torero, de gran clase y humillación el endeble primero, enrazado y con fondo el exigente segundo, de enrazada embestida por abajo el importante tercero, de humillado embroque el manso y rajado cuarto, exigente y repetidor el zambombo quinto, humillador, boyante y entregado el gran sexto, aplaudido en la vuelta al ruedo concedida.
David Mora, palmas tras aviso y vuelta tras aviso.
Daniel Luque, silencio y silencio.
Álvaro Lorenzo, oreja y dos orejas.




































































