
Debido al crecimiento de la industria alimentaria, cada vez contamos con una mayor variedad y accesibilidad a los productos alimenticios. Muchos de ellos, además, tienen una clara función: hacernos la vida más fácil, ahorrándonos tiempo de cocinado.
Por cada alimento, encontramos decenas de marcas compitiendo entre ellas, por ello, las empresas cuentan con equipos de márketing y publicidad bien preparados cuyo trabajo se basa en conseguir tu atención con un par de palabras.
Además, cada vez nos gusta más cuidarnos no sólo por fuera, sino por dentro, y nos esforzamos por mejorar nuestra alimentación. Por ello es muy importante saber interpretar las etiquetas de los productos correctamente. No es necesario pasarse horas en el supermercado, en consulta aprendemos que, de un vistazo, puedes reconocer a los “buenos procesados”.
Algunos errores que solemos cometer al leer las etiquetas son:
1. Mirar solo la tabla de composición nutricional. Como vemos en consulta, la lista de ingredientes es lo primero en lo que debes fijarte. Si quieres completar esa información, entonces la puedes ampliar con la tabla.
2. Poner el foco en el número de calorías. Al igual que nuestro peso total no define nuestra composición corporal. Las calorías totales son un valor muy general que no aporta ninguna información acerca de la calidad nutricional de un alimento.
3. Buscar un 0 en la casilla de los azúcares. Hay alimentos que contienen azúcar de manera natural y va a ser imposible que contengan 0 azúcar. De ahí la importancia de leer primero la lista de ingredientes, para comprobar que no contenga azúcar añadido.
4. Ser esclavos de los reclamos publicitarios tipo “sin aceite de palma”, “light”, “0 %”… Todas ellas son frases que pretenden atraer la atención del consumidor y, normalmente, suelen necesitar incluirlas en la cara delantera del producto debido a que su composición nutricional es bastante deficiente.
5. Creer que si lleva edulcorantes, es un buen producto por no contener azúcares. Se ha demostrado que los edulcorantes son perjudiciales para nuestra salud a pesar de no aportar calorías, entre otros motivos por destruir nuestra flora intestinal y contribuir indirectamente al aumento de peso.
Por otra parte, actualmente están muy de moda las Apps para leer el etiquetado pero suelen dar lugar a confusión ya que no tienen en cuenta una visión global del producto. Los clasifican según 4 parámetros básicos quedando algunos datos olvidados por el camino. Por ejemplo, el aceite de oliva contiene más grasa que la coca cola zero, y por ello suele tener una puntuación negativa frente a ésta, sabiendo de sobra que el aceite de oliva es un alimento básico para la alimentación en nuestro país.
En conclusión, nosotros tenemos el poder de cambiar nuestra alimentación y, en consecuencia nuestra salud y a la propia Industria alimentaria. Si aprendemos a llevar a cabo buenas decisiones alimentarias en nuestra compra semanal, todo va en cadena. Nosotros nos sentiremos capaces de realizar elecciones inteligentes y la industria satisface nuestras necesidades.
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