Ante un jurado popular, Miguel Ángel ha relatado que “no quería dejarle el marrón” a su mujer, por eso pensó en este plan para evitar que tuviera que afrontar préstamos personales que habían acumulado hasta llegar a los 13.000 euros.
Según sus propias palabras, la víctima desconocía los plazos de devolución de esos préstamos que “me traían por la calle de la amargura”, ya que alguno de ellos cumplía en fechas próximas a las del asesinato, un hecho que premeditó con la intención de finalizar después con su suicidio.
Dispuesto a llevar a cabo sus planes, llevó a su hija de 13 años a casa de los abuelos y a su regreso golpeó con un jarrón a Juliana en la cabeza, lo que la dejó inconsciente, aunque cuando comprobó que “se movía”, echó mano de un cuchillo que empleó en apuñalarla, primero por la espalda y después en el corazón “para acabar con su padecimiento”, según detalló el propio acusado, quien tenía intención de usar el cuchillo para suicidarse.
Después “intenté clavármelo lo más fuerte posible” y le contó a su hermana por teléfono lo que había hecho y que se hiciera cargo de su hija para tirarse a continuación por la ventana de un segundo piso. De todo ello se recuperó y después fue a la cárcel.
La defensa del acusado pide su absolución e internamiento en un centro psiquiátrico.




































































