El cuerpo sin vida de José María Romeral llegaba a Criptana después de pasar ayer por su parroquia madrileña de Santa Teresa donde también le oficiaron un funeral en la tarde del viernes. En el de esta mañana, el obispo de Ciudad Real, acompañado de numerosos sacerdotes y el vicario episcopal de Madrid, reconoció que “causa sorpresa e indignación que a pesar de los avances de la tecnología, puedan ocurrir estas cosas”, en referencia al accidente de tren, aunque animó a todos familiares de las víctimas a “soportar este dolor en Dios, como mejor descanso”.
Antonio Algora recordó que Dios “hizo hijo suyo a José María y su acción no se pierde”. Esta eucaristía, en palabras del obispo, era “en acción de gracias por su muerte, porque consagró su vida al Señor y se la entregó entera y para siempre. Qué más puede hacer un sacerdote que dar su vida por todos”. Tanto a la familia del presbítero como a la del resto de víctimas mortales, les pidió no ver la muerte en sentido negativo, “sino como una transformación para hacer un mundo nuevo en el que brille el amor de Dios”, con la esperanza puesta en que “Jesucristo resucitó de entre los muertos”. En esta línea dijo que “es un descanso mayor saber que la vida no acaba y que el proyecto de José María sigue vivo porque se realiza plenamente en el cielo”. A los familiares de todas las víctimas les pidió igualmente que depositen su dolor y sufrimiento en Dios “con la certeza de que Él les dará la fortaleza necesaria, porque no es que los cristianos seamos más fuertes, pero sí contamos con la fortaleza de Dios” y terminó su homilía rogando por todas las víctimas y sus familias. El féretro de José María Romeral llevaba numerosos ramos de flores de sus familiares y amigos, además de una corona de RENFE.
LA FAMILIA
Fuentes familiares indicaron a manchainformacion.com que no podían imaginar que les fuera a tocar tan de cerca las consecuencias del accidente, puesto que sólo algunas hermanas del fallecido sabían que José María viajaba en ese tren. Al principio mantenían las esperanzas pero se rompieron a las cuatro de la tarde del jueves cuando les confirmaron la muerte del sacerdote.
José María Romeral era miembro de una familia muy conocida en Campo de Criptana y era uno de los hermanos menores de un total de once, algunos religiosos también. Se ordenó como sacerdote en el año 1999 y con anterioridad ejercía como arquitecto. Llevaba años fuera de la localidad ciudadrealeña a la que regresaba con frecuencia, en función de lo que le permitía su profesión, para ver a su familia y a sus amigos. Muchos hoy decían que “casi no nos creemos todavía lo que ha pasado”.
El sacerdote criptanense ejercía como vicario parroquial en la Iglesia de Santa Teresa de Jesús de Colmenar Viejo (Madrid), donde era muy querido y donde también han lamentado su fallecimiento. Algunos de sus compañeros de la parroquia madrileña, donde ayer viernes se celebró un funeral por su alma, han participado en que ha presidido hoy el obispo de Ciudad Real en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Campo de Criptana.
REPRESENTACIÓN INSTITUCIONAL
En el funeral participaron numerosos miembros de la Corporación Municipal criptanense, presidida por su alcalde Santiago Lucas-Torres. En representación del Ejecutivo regional estuvo su delegado en la provincia de Ciudad Real, Antonio Lucas-Torres, que en nombre del Gobierno de Castilla-La Mancha asistió a este funeral “de una víctima de este terrible accidente”. Como ya ha hecho en estos días, el Gobierno regional “quiere expresar su más sentido pésame a las familias de todos los fallecidos en este accidente, pero de forma especial a las de los castellanomanchegos”. Del mismo modo manifestó su deseo de que se produzca la pronta recuperación de los heridos y quiso “dar mucho ánimo y transmitir fuerzas a los familiares de todas las víctimas”.





































































