Teodora nació en el año 502 de la era cristiana –no se sabe muy bien si en Creta o Siria. Era hija de un circense llamado Acacio y, junto a él, trabajó en el hipódromo de la capital del Imperio Romano de Oriente, Constantinopla. Era acróbata y mimo y tuvo que ejercer la prostitución para sobrevivir.
A los 16 años, Teodora se fugó del circo como amante del oficial Ecebolo. Pasaron juntos 4 años en Egipto hasta que la abandonó cuando se quedó embarazada, al tener serias dudas sobre si era el padre de aquel niño. Fue entonces cuando Teodora conoció a Severo –líder de la secta cristiana de los monosofistas.
De regreso a Constantinopla y apartada de sus viejos oficios, conoció casualmente a Justiniano -sobrino y heredero del emperador Justino I- e iniciaron una relación amorosa que duraría el resto de sus vidas. Tal fue el afecto y la unión entre ambos que él, aun siendo conocedor de su pasado y del gran desprestigio que podría acarrearle, quiso casarse con ella. Así, consiguió que su tío anulase la ley que impedía a las antiguas actrices o prostitutas contraer matrimonio con oficiales del Imperio, la nombró patricia y se casó con ella cuando ascendió al trono, nombrándola emperatriz de Bizancio.
Teodora era una mujer con fuerte carácter y muy decidida, que ayudó a su marido a gobernar y se convirtió en una figura importante de la época. Gracias a ellas se reprimió un intento de golpe de Estado, tras arengar a los soldados a la lucha contra un grupo político rival que se había sublevado y nombrando a otro regente. También fue fundamental su actitud hacia los monofisitas, una actitud de protección constante, pese a que Justiniano pertenecía y favorecía a la iglesia ortodoxa. Este aparente desacuerdo en materia religiosa resultó muy beneficioso, pues forzó la convivencia pacífica de esas dos tendencias y las dos principales fuerzas político-sociales del Imperio Bizantino.
Justiniano y Teodora dieron a Bizancio sus años de mayor esplendor, transformando arquitectónicamente Constantinopla y convirtiéndola en una de las ciudades más bellas del mundo. Edificaron puentes, acueductos y más de 25 iglesias, entre las que destaca la majestuosa ‘Santa Sofía’ –uno de los emblemas de Estambul en la actualidad.
Pero sin duda, el principal motivo por el que el Ayuntamiento del Toboso ha escogido a Teodora como la ‘Dulcinea’ del mes de enero, es la gran defensa que hizo de las mujeres y sus derechos, influyendo en su esposo para que cambiara el derecho romano. Así, consiguió que se aumentaran los derechos de las madres sobre sus hijos, que se prohibiera la prostitución forzosa (evitando el proxenetismo) y que mejoraran los derechos femeninos con respecto al patrimonio y el divorcio. Además de instituir la pena de muerte por violación y prohibiendo que se dilapidaran a las mujeres adúlteras.
Sin duda, toda una ‘Dulcinea’ del siglo VI y una de las primeras mujeres pioneras en la reivindicación de sus derechos.





































































