El pasado sábado, la Diócesis de Ciudad Real vivió una jornada de fiesta por la ordenación de dos sacerdotes. En la Catedral de Santa María del Prado, Antonio Algora, obispo de nuestra Diócesis, ordenó como presbíteros a los dos jóvenes acompañados por el obispo emérito, Rafael Torija, y más de cien sacerdotes.
Algora comenzo la homilía recordando que se celebraba el Inmaculado Corazón de María, inmediatamente después de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Desde ahí, por el corazón de Cristo abierto en la cruz «para salvarnos a todos», el obispo habló de la misericordia, en torno al próximo Jubileo convocado por el papa Francisco. En torno a esto, y dirigiéndose a los dos jóvenes ya sacerdotes, dijo: «Hoy y después de madura reflexión sois ya “urgencia de anunciar la misericordia de Dios” ya en vuestras propias personas, la misericordia que el Señor muestra aquí y ahora al ordenaros sacerdotes siempre inmerecidamente».
Continuando, Antonio Algora se refirió a la figura del Buen Pastor, definiendo lo propio del sacerdote al decir que «lo más propio nuestro es sabernos sacramento, signo sacramental para nuestros hermanos, celebrar la Eucaristía desdeñando cualquier protagonismo que pueda despistar a los fieles del encuentro personal con Jesucristo». De este modo, y visiblemente alegre, el obispo concluía su homilía.
Tras ser ordenados, los dos nuevos sacerdotes fueron felicitados por el resto del presbiterio, para celebrar en el mismo fin de semana sus «primeras misas».
Por su parte, Manuel Ángel Parreño, de 40 años, celebró la Eucaristía en Campo de Criptana en la misma tarde del sábado. Por otro lado, José Luis Jiménez, de 26 años, presidió su primera Eucaristía en su pueblo natal, Alameda de Cervera, en la tarde del domingo.





































































