Los días finales de mayo de 2007, Alcázar de San Juan fue noticia en informativos nacionales de todas las cadenas de televisión, de radio, en los periódicos… Una «supercélula», así nos lo explicaron después desde la Agencia Estatal de Meteorología, un fenómeno que calificaron de «muy extraño e inusual», que hizo que muchas zonas quedarán inundadas durante horas y que fuera necesaria la evacuación de muchas personas. Los destrozos materiales fueron cuantiosos.
Efectivos policiales, bomberos, Protección Civil, de Cruz Roja, de otras organizaciones y voluntarios a título personal trabajaron en ayudar a atender las consecuencias provocadas por estas tormentas.
Una borrasca procedente de África descargó torrencialmente sobre el centro de La Mancha, con especial virulencia en Alcázar de San Juan. El balance de la tromba de agua hizo que tuvieran que ser desalojadas entre 1.500 y 2.000 viviendas y numerosas infraestructuras públicas quedaron en estado ruinoso por culpa de la riada que provocó la intensa lluvia. Los barrios del sur de Alcázar, donde se registraron 220 litros de agua por metro cuadrado acumulados en 20 horas, tuvieron que ser evacuados.
Se temía que el dique de contención que crea de forma natural la vía del tren de la línea Madrid-Andalucía en la zona de San Isidro se viniera abajo por la presión de una enorme balsa, con más de un millón de metros cúbicos de agua procedentes de la vecina localidad de Campo de Criptana, en la que la lluvia y especialmente el granizo fueron muy virulentos.
El riesgo de derrumbe de este dique improvisado era alto porque las precipitaciones no cesaban, la tierra no era capaz de absorber más agua y los canales naturales de evacuación estaban desbordados en más de 15 metros desde el día anterior.
Después el tiempo dio una tregua permitió que los vecinos de los barrios afectados comenzaran a achicar el agua de sus casas, que en muchos casos alcanzó más de un metro de altura, y a evaluar las pérdidas. La tristeza y la desolación eran los sentimientos comunes de todos ellos al ver sus casas llenas de agua y sus enseres destrozados.
Camiones y excavadoras construyeron diques de tierra en las calles más inundadas para provocar el estancamiento del agua y su desalojo hacia el campo. Por la mañana, todavía permanecían en los edificios habilitados para ello alrededor de 500 personas que habían sido evacuadas de sus viviendas, bien por riesgo de inundación o porque esa situación ya se había producido.
Un barrio entero, el de Hermanos Laguna, se declaró zona catastrófica y el Gobierno de España se comprometió a construirlo nuevo en otra ubicación.








































































