El colegio de las Trinitarias de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) vuelve a cumplir la tradición que cada mes de octubre, y desde los años 70 en el que se abrió el centro, viene llevando a cabo. Desde la apertura arrastra la bella costumbre de hacer solidarios los recreos de su Colegio, ya que los niños compran los productos que antes, entre todos, aportan, con el fin de sacar beneficios para las misiones a través del DOMUND.
Gema Espinosa, docente del centro y encargada de la actividad pastoral en éste, explica a Manchainformación cuál es el día a día en estos descansos benéficos por estas fechas otoñales: “Lo que cada familia dentro de sus posibilidades puede aportar, lo aporta, y por supuesto tiene el fin de ayudar a las misiones”.
En los recreos, los niños no llevan almuerzo al colegio, sino que con algo de dinero lo compran tanto en el nivel de infantil como en el de secundaria. “No nos gusta tanto la cantidad que se recauda, sino la actividad en sí que tiene una gran acogida”. La profesora también aclara a este medio que esta actividad no se trata pura y llanamente del bocadillo solidario que en otros centros se organiza, sino que cada niño aporta lo que puede.
UNA LARGA TRADICIÓN EN EL COLEGIO DE LAS TRINITARIAS DE ALCÁZAR DE SAN JUAN
Las monjas que abrieron en los años 70 este colegio en Alcázar de San Juan hicieron esta propuesta a las familias “y ha tenido mucha acogida desde entonces. Los padres siempre han estado muy motivados, ellos hacen las porciones, ponen los precios… y luego el colegio manda a la Diócesis, para el DOMUND, el dinero recaudado”, señala Espinosa. “Las religiosas luego hacen un recuento del dinero que se ha sacado por clase, además de lo recaudado con las huchas, para poder mandarlo a las misiones a través de la Diócesis”.
Posteriormente, en enero, en torno a la infancia misionera, se vuelve a repetir la fórmula. “Es un gesto solidario para las misiones del mundo. Son productos que ellos traen como fruta, e incluso las mamás al preparan troceada, en brochetas, pan con chocolate… cada madre prepara lo que considera oportuno”.
EL VALOR EDUCATIVO DE ESTA ACTIVIDAD
Por último, Espinosa añade que “es un rato también de convivencia entre niños y madres. Nosotros estamos muy contentos. Este año, además, está teniendo un carácter de desayuno saludable y se está haciendo hincapié en que haya más fruta: siempre intentamos que tenga un cierto valor educativo”, concluye la profesora.








































































