Cuidando hasta el último detalle salen a la calle sus más de 300 hermanos, la mayoría metidos en su túnica, portando su vela y en oración durante la procesión. Respetando al máximo a quienes llevan encima, se ponen bajo las trabajaderas otro buen número de costaleros a los que cargar con Nuestro Padre Jesús del Perdón y María Santísima de la Salud no les supone un peso, sino un honor. No hace falta ser de Alcázar para que lo sientan como propio, debajo de los Pasos de los dos titulares de esta cofradía se ponen jóvenes de muchos municipios limítrofes, incluso hasta algún ciudadano rumano que lleva dentro el sentimiento cofrade manchego.
El resultado es un conjunto de sensaciones que no ha dejado indiferente a nadie. Durante todo el recorrido, María Santísima de la Salud y Jesús del Perdón han sido admirados por los ciudadanos a los que les gusta la Semana Santa y por aquellos que buscan saciar su interés cultural con la belleza de las tallas, del manto de la Virgen, del Paso del Señor, que por cierto este año se estrenaba tintado por completo y de todos aquellos detalles que consiguen la belleza del conjunto.
A todas esas horas de preparación y de entusiasmo acompañó la meteorología, a pesar de que momentos antes de las seis de la tarde el cielo pintaba mal e incluso cayeron algunas gotas, pero este año sí pudo ser, si se pudieron resarcir de lo que apenas pudo empezar el año pasado cuando se vieron obligados a suspender la procesión en la calle San Juan. Por eso con paso firme y seguro, al compás de las marchas de la Banda de Nuestra Señora del Rosario de Crevillente (Alicante) y de la Agrupación Musical Mozart de Aldea del Rey (Ciudad Real) y con el calor del público, la Hermandad de Jesús del Perdón y María Santísima de la Salud hizo su estación de penitencia como Dios quiere y manda.