La columna vertebral está formada por una serie de vértebras que se apilan una sobre otra, separadas por discos intervertebrales. Estos discos, que actúan como amortiguadores naturales, están formados por un núcleo gelatinoso rodeado de un anillo fibroso. Una hernia discal ocurre cuando el núcleo del disco se desplaza o se escapa debido a una ruptura o debilidad del anillo fibroso, provocando presión sobre los nervios cercanos.
Los síntomas de una hernia discal varían según la localización de la hernia y la presión que esta ejerza sobre los nervios. Algunos de los síntomas más comunes son dolor localizado, entumecimiento y hormigueo y debilidad muscular.
Diagnóstico de la hernia discal
Para diagnosticar una hernia discal, los médicos utilizan una combinación de evaluación clínica y pruebas de imagen para confirmar su ubicación y gravedad. Los pasos comunes en el diagnóstico son:
- Historia clínica: El médico pregunta al paciente sobre sus síntomas, como la intensidad y localización del dolor, duración, y si existen otros síntomas como debilidad, entumecimiento o problemas en el control de esfínteres.
- Exploración física: Durante este examen, el médico evalúa varios aspectos, incluyendo la movilidad de la columna. Se verifica la flexibilidad y el rango de movimiento de la columna vertebral para identificar cualquier limitación o dolor al moverla. También se comprueba la fuerza muscular.
- Pruebas de imagen:
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- Radiografías. Las radiografías simples detectan hernias de disco, pero no pueden descartar otras causas del dolor de espalda. Las radiografías pueden mostrarnos fracturas de huesos, infecciones, tumores y/o problemas en la alineación de la columna vertebral.
- Tomografía computarizada. A través de rayos X desde diferentes ángulos se generan ciertas imágenes que se combinan para generar otras imágenes transversales de la columna vertebral y de las estructuras que la rodean.
- Resonancia magnética. Se utilizan ondas de radio y un campo magnético potente para crear imágenes de las estructuras internas del cuerpo. Este examen se puede utilizar para confirmar la ubicación de la hernia de disco y para ver qué nervios están afectados.
- Mielografía. Se inyecta en el paciente una sustancia de contraste en el paciente en el líquido cefalorraquídeo antes de hacer una tomografía computarizada. Este examen puede detectar presión en la médula espinal o en los nervios debido a múltiples hernias de disco u otras afecciones.
- Pruebas neurológicas: para determinar la ubicación del daño nervioso, se pueden hacer estudios de conducción nerviosa y las electromiografías, que miden si los impulsos eléctricos viajan correctamente por el tejido nervioso.
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- La electromiografía consiste en la inserción de una aguja con electrodo en la piel de varios músculos, evaluando la actividad eléctrica de éstos cuando se contraen y cuando están en reposo.
- El estudio de conducción nerviosa mide mediante electrodos colocados en la piel, los impulsos nerviosos eléctricos y el funcionamiento de músculos y nervios. En concreto, se miden los impulsos eléctricos en las señales nerviosas cuando una pequeña corriente atraviesa el nervio.
Tratamiento
El tratamiento más conservador se basa en realizar cambios en las actividades diarias del paciente, para evitar los movimientos que le causan dolor, así como la toma de analgésicos, para intentar en un plazo de una a dos semanas, la reducción del dolor.
Los medicamentos más usados son aquellos de venta libre, como ibuprofeno o naproxeno sódico, para los casos más leves. Si el dolor es moderado, existen medicamentos neuropáticos que ayudan a aliviar el dolor, y que afectan a los impulsos nerviosos para llevarlo a cabo, como la duloxetina o la venlafaxina. Si el dolor es intenso y va acompañado de espasmos musculares, se pueden recetar relajantes musculares como la ciclobenzaprina o el diazepam.
Cuando el dolor no se calma con los medicamentos orales, el profesional de la salud podrá recetar una inyección de corticoide, que se inyectará alrededor de los nervios raquídeos.
Además de medicación, es importante la fisioterapia como tratamiento esencial para la mejoría de los pacientes con hernia discal. El fisioterapeuta será quien diseñe un programa de ejercicios específicos para cada caso que ayude a fortalecer los músculos de la espalda, mejorar la flexibilidad y mejorar el dolor notablemente. Los ejercicios de movilidad de la espalda, de fortalecimiento, las técnicas de corrección postural y el entrenamiento de fuerza, ayudarán sobremanera a que toda la zona muscular alrededor de la columna vertebral esté preparada para tolerar mejor la tensión mecánica en nuestros trabajos diarios de carga y postura.
En los casos más extremos, el médico puede aconsejar la cirugía. Ésta debe ser la última opción a valorar, ya que la mayoría de los casos, mejoran con procedimientos no invasivos y medicación.
Los procedimientos más usuales son:
- Microdiscectomía: es una cirugía mínimamente invasiva en la que se extrae la parte herniada del disco que presiona el nervio. La recuperación es bastante rápida y suele hacer que el paciente mejore en un gran porcentaje de los casos. Se reduce significativamente el dolor y se restaura la función neurológica.
- Laminectomía: Se extrae una parte fina del hueso que cubre el canal espinal para aliviar la presión sobre el nervio afectado. Es un procedimiento más invasivo que la microdiscectomía y generalmente se considera cuando hay estenosis espinal asociada.
- Fusión Espinal: En casos severos, se puede realizar una fusión de las vértebras afectadas para estabilizar la columna. Este procedimiento implica la unión permanente de dos o más vértebras, lo que puede reducir significativamente el dolor pero también limitar el movimiento del paciente.
- Cirugía Endoscópica de Columna: Esta es una técnica avanzada y mínimamente invasiva que utiliza una cámara pequeña y herramientas especiales para acceder y tratar la hernia discal. Ofrece una recuperación más rápida y menos dolor postoperatorio en comparación con las cirugías tradicionales.
En cualquier caso, la cirugía siempre debe ser el último recurso.
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