La metadona es un principio activo perteneciente al grupo de los opioides. También lo son la morfina y el fentanilo, fármacos utilizados a día de hoy para tratar el dolor. La heroína, droga ilegal, que tuvo su auge en los años setenta y ochenta, también pertenece a este grupo.
La metadona se utiliza en la desintoxicación de la heroína, ya que se une a los mismos receptores del cerebro de una manera más lenta. Mediante este mecanismo se consigue que se elimine el deseo intenso de consumo y paralelamente que se eliminen los síntomas de abstinencia, es decir, lo que comúnmente se le llama ‘mono’, que puede llegar a producir ansiedad, náuseas, sudoración, entre otros síntomas.
Programa de Dispensación de Metadona en Farmacias
El Programa de Dispensación de Metadona en Farmacias, como su propio nombre indica, consiste en la dispensación de metadona por parte de las farmacias a personas drogodependientes. No se le puede dispensar a todo el mundo ya que no solo se necesita receta, sino que, además, los pacientes vienen derivados de la UCA (Unidad de Conductas Adictivas). En farmacia se procede a la adquisición, conservación y preparación de la metadona debido a que se recibe de manera pura, preparando disoluciones individualizadas con la dosis pautada por el médico de la UCA. Todo esto requiere un registro exhaustivo donde normalmente los pacientes acuden a la farmacia semanalmente, y a la UCA acuden en un periodo más extenso en el tiempo, donde, además, se les realizan controles a los pacientes para ver que están cumpliendo con el programa adecuadamente.
Red de farmacias
Gracias a la red de farmacias existe una gran cobertura a nivel nacional y hace que se conviertan en puntos de fácil acceso para los pacientes. Esto se traduce en un aumento de la adherencia del tratamiento y de su normalización en cuanto a su entorno y a su vida personal se refiere.
Por otra parte, se evita que vuelvan a consumir heroína y todo lo que ello conlleva. El uso crónico crea dependencia física y se caracteriza por la búsqueda incontrolable de la droga sin importar las consecuencias. Producen complicaciones pulmonares haciendo que se sea más susceptible a enfermedades como la bronquitis o la tuberculosis. Las personas que se la administran mediante inyección tienden a compartir jeringuillas y esto hace que se transmitan el SIDA y el virus de la hepatitis B y C.
La mayoría de los pacientes consiguen reducir la dosis de metadona con el tiempo y mantienen una vida normal con su familia y su entorno laboral. A la farmacia la visitan tanto los propios pacientes como los familiares a recoger la metadona (que previamente deben estar autorizados). En algunos casos se ha aumentado la dosis y ya en muy pocos casos, ha ocurrido alguna recaída en la que dejan las visitas a las farmacias y llevan un mayor control por parte de la UCA. Suelen convivir con la menor dosis de metadona durante toda la vida, pero también hay casos en los que logran dejar completamente la metadona.
El programa tiene una valoración positiva socialmente y unos niveles altos de satisfacción en relación con los objetivos.
Ana Mª Prieto Espinosa
Farmacéutica comunitaria de Manzanares