(4 votos, promedio: 4,50 de 5)
Cargando...Aunque no ha pasado mucho tiempo, aquellas palabras resuenan en mi cabeza como si hubiese ocurrido hoy mismo:
— Guillermo, las pruebas han confirmado que tienes Altas capacidades. ¡Enhorabuena!. — dijo el psicoterapeuta.
— Gracias — dije yo.
Fue una respuesta automática. La que te enseñan a decir de niño para parecer una persona educada.
Yo sabía que esto podía ocurrir pero aún así mi mente me gritaba indignada:
— ¿Enhorabuena?. ¿Gracias? ¿Superdotado?. ¿Ahora resulta que soy diferente?. —
Además de unos cuantos improperios que omito porque no son dignos de un texto como este.
Salí de la clínica todo lo rápido que pude, respiré profundo, llamé a mi gente cercana para contarles lo ocurrido y me senté en un portal al lado de la clínica. Fue un shock. Intenté llorar pero no me salía.
En los cinco minutos que estuve allí sentado a mi mente le dio tiempo a recorrer mi vida entera para intentar convencerme de que no era posible que yo tuviese altas capacidades. Por una parte no me gustaba demasiado la idea y por la otra sentí un alivio enorme porque ya sabía que muchas de las cosas que me pasaban podían tener una explicación. Fue todo rarísimo.
No me gustaba mucho la idea porque, tras investigar sobre lo que son las Altas capacidades, comprobé que había muchas personas sufriendo, que gran parte de la sociedad no tiene ni idea de lo que son, que las instituciones no protegen a este colectivo, que el sistema educativo no está preparado, que la mayoría de psicólogos no saben de qué va esto y que estamos llenos de prejuicios y de ignorancia. Yo el primero.
Tocaba desaprender y volver a empezar desde cero, cambiar la mirada y empezar a construir una nueva identidad, pensé. Y esto con 37 años encima. No me venía muy bien, la verdad. (Spoiler: Luego me di cuenta que no era tan catastrófico)
Pero también sentí alivio porque fui consciente del por qué de muchas cosas en mi vida, porque era una buena oportunidad para conocerme mejor, para aceptarme y perdonarme, para aprender a gestionar el mundo que me rodea y mis emociones. Era una puerta abierta para explorar un nuevo mundo sin complejos, siendo yo y sabiendo que, aunque el camino no sería fácil, era el correcto. Además, a pesar de haber sabido esto de mi tan tarde, no me había ido mal del todo en la vida.
Era un empujón de autoestima que me venía muy bien porque si el resultado de las pruebas hubiese sido negativo, entonces sí que tenía un problema.
Desde ese momento decidí que iba a dedicar parte de mi vida a proteger, a dar voz y a ayudar a este colectivo con todo lo que estuviera a mi alcance, en aquel espacio en el que considerase que podría ser más útil o en el que me dejaran serlo.
A día de hoy colaboro como Profesor en el Programa de Enriquecimiento Educativo para alumnos con altas capacidades de la Comunidad de Madrid y estoy inmerso en algunos proyectos educativos en favor de este colectivo pero creo que es imprescindible la divulgación sobre las Altas capacidades. Hay un montón de foros en los que podrás encontrar información sobre esta condición, yo solo pretendo sumar dentro de mi pequeño circulo de contactos. Nada más.
Desde esta atalaya que me ha brindado amablemente este medio te explicaré todo lo que sé sobre este colectivo tan olvidado, intentaré borrar tus prejuicios, (si es que los tienes), te contaré qué sentimos, cómo sentimos, reivindicaré nuestros derechos y te acercaré este mundo para que, al menos, conozcas otras realidades que puede que tengas muy cerca y no lo sepas.
Por si te sirve de algo.
