“Me duele la garganta, me duele al hablar y al tragar, tengo alteraciones de la voz” Estas son frases que describen los principales síntomas de la faringitis y la laringitis, pero ¿se trata de la misma patología? Lo primero que debemos saber es que parte del organismo pueden estar dañadas en cada caso.
La faringe es un conducto muscular que conecta la nariz y la boca, la laringe y el esófago. Forma parte del sistema digestivo y del respiratorio, ya que cuando respiramos conduce el aire hasta la laringe, pero, cuando comemos, lleva los alimentos y líquidos que ingerimos hasta el esófago.
Por otro lado, la laringe es un tubo cartilaginoso, que forma parte del sistema respiratorio. Recibe el aire procedente de la faringe y lo conduce hasta la tráquea, además, alberga las cuerdas vocales, siendo así el órgano de fonación por excelencia.
Tanto la faringitis como la laringitis son patologías que cursan con inflamación de la mucosa faríngea o laríngea. En el caso de la laringitis, también pueden estar inflamadas las cuerdas vocales que cambian la forma en la que vibran y se altera el sonido de la voz.
Los síntomas más comunes que pueden aparecer son irritación, enrojecimiento de la mucosa, tos seca, dolor y dificultad al tragar y en algunos casos fiebre y malestar general. En la laringitis es muy frecuente la afonía y la ronquera.
El origen de ambas patologías puede ser infeccioso, sobre todo vírico, o alérgico e irritativo. No hay que olvidar sin embargo que la ronquera, la dificultad al tragar o la tos seca pueden ser síntomas secundarios de otras patologías como el reflujo gastroesofágico.
Tanto la faringitis como la laringitis tienen un tratamiento sintomático, que depende del origen y la gravedad del cuadro. Se utilizan antiinflamatorios y analgésicos para disminuir el dolor y la inflamación, así como mucolíticos, antitusivos, enjuagues y antisépticos bucofaríngeos.
Si el origen es bacteriano, se puede requerir un antibiótico, con el objetivo de mejorar los síntomas, limitar el contagio y prevenir complicaciones.
Existen también algunas medidas no farmacológicas que favorecen la evolución de los síntomas:
• Evitar el ambiente seco: Ventilar y humidificar la habitación.
• Evitar los cambios bruscos de temperatura. Cuidado con los aires acondicionados.
• No forzar la voz. Intentar hablar lo justo y, hacerlo en voz baja.
• Evitar comidas demasiado calientes o frías.
• Evitar el tabaco y sustancias irritantes.
• Evitar ambientes muy contaminados.
Si el dolor de garganta intenso, y los síntomas no mejoran después de tres o cinco días, aparece fiebre, o dolor de oídos, es conveniente consultar lo antes posible con el médico.
Sagrario Pérez de Agreda Galiano.
Farmacéutica del Centro de Información del Medicamento
Colegio Oficial de Farmacéuticos de Ciudad Real