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El Toboso

La Parroquia de El Toboso conmemorará Santa Cecilia

manchainformacion.com | Foto: pepeltoboso

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La Parroquia San Antonio Abad de la localidad toledana de El Toboso celebrará el próximo 19 de noviembre la festividad de la que es patrona de la música, Santa Cecilia. Los actos religiosos que se celebrarán en la apellidada «Catedral de La Mancha» comenzarán la tarde del sábado a las 19:00 horas con la celebración de una Misa Solemne a la que están invitados todos los músicos de la localidad y la feligresía toboseña. Seguidamente será la procesión con la venerada imagen de la patrona de los músicos por las calles que unen la Iglesia Parroquial con la ermita del Santo Cristo, patrón de El Toboso, en cuya iglesia Santa Cecilia permanece al culto todo el año. Así lo ha hecho público hoy el párroco de la localidad, Rvdo. D. Juan Miguel Romeralo Santiago.
La Parroquia y localidad de El Toboso cuenta con una larga tradición musical injertada entre sus habitantes. A lo largo de estos últimos años, varias asociaciones y colectivos desarrollan el valor de la música, en su estudio e interpretación, por medio de la Asociación Musical Santa Cecilia, Coral Morales de Nieva, grupo de música folk Alcaravea, y un apreciado número de otras iniciativas grupales como dúos musicales, orquestas, etc.

Con respecto a la Parroquia, ésta siempre ha contando con la presencia de fieles que han aportado sus voces y habilidades musicales para colaborar en las celebraciones religiosas. Es el caso, en concreto, del actual Coro Parroquial San Antonio Abad, coordinados por Mercedes Cano Muñoz y María Piedad Martinez Fuentes cuya presencia junto a la de más miembros, suman ya unos cuantos años de trayectoria. Con su actividad fija, ya sean todos los domingos del año, festivos y celebraciones religiosas locales, están presentes mediante sus canciones en la animación musical de la liturgia de la Parroquia, fiestas patronales y de hermandades, en los conventos toboseños, etc. Siguiendo en el plano religioso, destacar también la actualidad del grupo musical religioso Sueños de Justicia, cuyos miembros son todos pertenecientes a una misma familia toboseña y de quienes InfoParroquia EL TOBOSO informó recientemente la publicación de su último trabajo discográfico a primeros del mes de noviembre de este año.

Patrona de la Música

El culto de santa Cecilia, virgen y mártir de la Iglesia primitiva y bajo cuyo nombre fue construida en Roma una basílica en el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfectísimo de la mujer cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo. Santa Cecilia es muy conocida en la actualidad por ser la patrona de los músicos. Las «actas de su proceso de canonización» cuentan que, al día de su matrimonio, en tanto que los músicos tocaban, Cecilia cantaba a Dios en su corazón. Al fin de la Edad Media, empezó a representarse a la santa tocando el órgano y cantando, por lo que se le atribuyó ser nombrada patrona de los músicos.

Perfil Biográfico

Durante más de mil años, Santa Cecilia ha sido una de las mártires de la primitiva Iglesia más veneradas por los cristianos. Su nombre figura en el canon de la misa. Las «actas» de la santa afirman que pertenecía a una familia patricia de Roma y que fue educada en el, cristianismo. Solía llevar un vestido de tela muy áspera bajo la túnica propia de su dignidad, ayunaba varios días por semana y había consagrado a Dios su virginidad. Pero su padre, que veía las cosas de un modo diferente, la casó con un joven patricio llamado Valeriano. El día de la celebración del matrimonio, en tanto que los músicos tocaban y los invitados se divertían, Cecilia se sentó en un rincón a cantar a Dios en su corazón y a pedirle que la ayudase. Cuando los jóvenes esposos se retiraron a sus habitaciones, Cecilia, armada de todo su valor, dijo dulcemente a su esposo: «Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí.» Valeriano replicó: «Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides.» Cecilia le dijo: «Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo verás al ángel.» Valeriano accedió y fue a buscar al obispo Urbano, quien se hallaba entre los pobres, cerca de la tercera mojonera de la Vía Apia. Urbano le acogió con gran gozo. Entonces se acercó un anciano que llevaba un documento en el que estaban escritas las siguientes palabras: «Un solo Señor, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todo y en nuestros corazones.» Urbano preguntó a Valeriano: «¿Crees esto?» Valeriano respondió que sí y Urbano le confirió el bautismo. Cuando Valeriano regresó a donde estaba Cecilia, vio a un ángel de pie junto a ella. El ángel colocó sobre la cabeza de ambos una guirnalda de rosas y lirios. Poco después llegó Tiburcio, el hermano de Valeriano y los jóvenes esposos le ofrecieron una corona inmortal si renunciaba a los falsos dioses. Tiburcio se mostró incrédulo al principio y preguntó: » ¿Quién ha vuelto de más allá de la tumba a hablarnos de esa otra vida?» Cecilia le habló largamente de Jesús. Tiburcio recibió el bautismo, y al punto vio muchas maravillas.

Desde entonces, los dos hermanos se consagraron a la práctica de las buenas obras. Ambos fueron arrestados por haber sepultado los cuerpos de los mártires. Almaquio, el prefecto ante el cual comparecieron, empezó a interrogarlos. Las respuestas de Tiburcio le parecieron, desvaríos de loco. Entonces, volviéndose hacia Valeriano, le dijo que esperaba que le respondería en forma más sensata. Valeriano replicó que tanto él como su hermano estaban bajo cuidado del mismo médico, Jesucristo, el Hijo de Dios, quien les dictaba sus respuesta. En seguida comparó, con cierto detenimiento, los gozos del cielo con los de la tierra; pero Almaquio le ordenó que cesase de disparatar y dijese a la corte si estaba dispuesto a sacrificar a los dioses para obtener la libertad. Tiburcio y Valeriano replicaron juntos: «No, no sacrificaremos a los dioses sino al único Dios, al que diariamente ofrecemos sacrificio.» El prefecto les preguntó si su Dios se llamaba Júpiter. Valeriano respondió: «Ciertamente no. Júpiter era un libertino infame, un criminal y un asesino, según lo confiesan vuestros propios escritores.»

Valeriano se regocijó al ver que el prefecto los mandaba azotar y hablaron en voz alta a los cristianos presentes: «¡Cristianos romanos, no permitáis que mis sufrimientos os aparten de la verdad! ¡Permaneced fieles al Dios único, y pisotead los ídolos de madera y de piedra que Almaquio adora!» A pesar de aquella perorata, el prefecto tenía aún la intención de concederles un respiro para que reflexionasen; pero uno de sus consejeros le dijo que emplearían el tiempo en distribuir sus posesiones entre los pobres, con lo cual impedirían que el Estado las confiscase. Así pues, fueron condenados a muerte. La ejecución se llevó a cabo en un sitio llamado Pagus Triopius, a seis kilómetros de Roma. Con ellos murió un cortesano llamado Máximo, el cual, viendo la fortaleza de los mártires, se declaró cristiano.

Cecilia sepultó los tres cadáveres. Después fue llamada para que abjurase de la fe. En vez de abjurar, convirtió a los que la inducían a ofrecer sacrificios. El Papa Urbano fue a visitarla en su casa y bautizó ahí a 400 personas, entre las cuales se contaba a Gordiano, un patricio, quien estableció en casa de Cecilia una iglesia que Urbano consagró más tarde a la santa. Durante el juicio, el prefecto Almaquio discutió detenidamente con Cecilia. La actitud de la santa le enfureció, pues ésta se reía de él en su cara y le atrapó con sus propios argumentos. Finalmente, Almaquio la condenó a morir sofocada en el baño de su casa. Pero, por más que los guardias pusieron en el horno una cantidad mayor de leña, Cecilia pasó en el baño un día y una noche sin recibir daño alguno. Entonces, el prefecto envió a un soldado a decapitarla. El verdugo descargó tres veces la espada sobre su cuello y la dejó tirada en el suelo. Cecilia pasó tres días entre la vida y la muerte. En ese tiempo los cristianos acudieron a visitarla en gran número. La santa legó su casa a Urbano y le confió el cuidado de sus servidores. Fue sepultada junto a la cripta pontificia, en la catacumba de San Calixto (tomado de: Vida de los Santos de Butler, Vol IV).

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