Diversos estudios han demostrado que las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) tienen una mayor probabilidad de presentar estrabismo, errores refractivos significativos y disfunciones motoras-sensoriales, así como dificultades en la eficiencia, percepción y procesamiento visual.
Estas alteraciones pueden influir en su día a día, provocando que muchos niños con TEA eviten actividades como hacer los deberes, jugar con pelotas o participar en juegos de atención y memoria visual.
Algunos de los comportamientos que pueden indicar dificultades visuales incluyen:
- Inclinar la cabeza al leer o acercarse demasiado al papel
- Parpadear con frecuencia
- Dificultad para escribir dentro del renglón o cambios en el tamaño de las letras
- Cansancio al realizar tareas visuales, como copiar de la pizarra
- Problemas para coordinar ambas manos en actividades
- Inversión de letras o escritura en espejo
- Desorientación en entornos conocidos
- Dificultad para cambiar el foco de atención
Un enfoque multidisciplinario para una mejor calidad visual
La evaluación de la visión en niños con TEA debe ir más allá de un examen ocular convencional. Un abordaje multidisciplinario que involucre la optometría y la terapia ocupacional puede proporcionar herramientas adecuadas para atender sus necesidades específicas.
El optometrista juega un papel fundamental en el diseño de un programa de intervención que combine el uso de lentes oftálmicas y prismas con programas individualizados de terapia visual.
Trabajar en equipo con especialistas que comprendan la individualidad de cada niño no solo optimiza su experiencia visual, sino que también sienta las bases para un desarrollo más completo y una participación activa en su entorno.
