Fatiga, cansancio, debilidad, son palabras que a menudo se utilizan como sinónimos cuando una persona se acerca a la farmacia en busca de consejo y ayuda para recuperar la energía y poder afrontar el día a día.
La astenia o fatiga se define como la sensación subjetiva de falta de energía o agotamiento físico o mental, no necesariamente asociado a ninguna actividad física, que conlleva la disminución de la capacidad para trabajar y llevar a cabo las tareas habituales.
Se trata de un problema que puede sufrir entre un 5 % y un 20 % de la población general en algún momento de su vida.
Los síntomas más frecuentes son: fatiga intelectual con dificultad de concentración, trastornos de la memoria, alteraciones del sueño y del apetito y alteración del estado general.
Las causas se relacionan con el tipo de astenia que se sufre: orgánica, psicógena o primaveral. La astenia orgánica puede tener causas de tipo endocrino, como la obesidad o las alteraciones del tiroides, pueden ser causas de tipo infeccioso, cardíacas, hematológicas, o signo de una alteración renal.
La astenia psicógena, por otra parte, suele estar asociada a trastornos depresivos y cuadros de ansiedad y estrés, etc. Es más típica de mujeres, más frecuente que la anterior y suele tener una mayor duración. Los síntomas suelen ser más intensos por la mañana, sin que el reposo físico proporcione ninguna mejoría.
Un término muy conocido es astenia primaveral que es la que surge como consecuencia del cambio climático estacional. En este caso, la sintomatología es leve y de corta duración, superándose en unos días sin necesidad de tratamiento.
En general, los síntomas asténicos se corrigen con el tratamiento específico de la enfermedad de base, ya sea orgánica o psíquica, sin embargo, medidas higiénico-dietéticas como una alimentación adecuada, y la práctica del ejercicio físico han demostrado ser eficaces para mejorar la astenia.
Se recomienda una dieta variada y equilibrada, rica en verduras, legumbres, frutas, cereales, preferiblemente integrales, frutos secos, huevos, carnes magras, pescado azul, por su aporte en ácidos grasos poliinsaturados, como los omega-3 y el uso de aceite de oliva como grasa principal.
Es importante una buena hidratación, limitar el consumo de bebidas excitantes, como café, té o refrescos con cafeína, ya que, aunque pueden ejercer un efecto ergogénico de manera inmediata y si se toman puntualmente y en pequeñas cantidades, un consumo excesivo puede causar a la larga excitación y nerviosismo, lo que generará más cansancio. Así mismo, es recomendable repartir la ingesta de alimentos a lo largo del día para ayuda a aportar gradualmente energía evitando picos de cansancio.
El ejercicio físico moderado practicado de forma regular es beneficioso porque ayuda a reducir los niveles de estrés y además aumenta los niveles de endorfinas y dopamina, es decir ayuda a que nos sintamos bien.
Existen complementos alimenticios a base de vitaminas, minerales y aminoácidos que están indicados en la astenia ya que ayudan a la activación de la energía mejorando la concentración y ayudando a disminuir el cansancio y la fatiga.
La fitoterapia también puede ayudar. Entre las plantas que tradicionalmente se utilizan para la recuperación en situaciones de falta de energía, están el ginseng, el eleuterococo , la rodiola o el guaraná.
Si a pesar de todo, los síntomas no mejoran al cabo de un mes, se debe consultar con el médico.
La astenia es una señal orgánica de alarma frente a diversas situaciones potencialmente dañinas, su persistencia es motivo suficiente para acudir al médico.
Sagrario Pérez de Agreda Galiano
Farmacéutica del Centro de Información del Medicamento
Colegio Oficial de Farmacéuticos Ciudad Real