La obesidad se define como una enfermedad de origen multifactorial que consiste en una acumulación excesiva o anormal de grasa en el organismo, lo que contribuye a un desequilibrio en la regulación de éste. Además de ser factor de riesgo para numerosas enfermedades (dislipemia, hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares), la obesidad es ya una enfermedad en sí misma, aunque a veces infradiagnosticada, y se considera la pandemia del siglo XXI con tendencia a seguir aumentando con una tasa de crecimiento del 0,9% hasta 2035.
Desequilibrio en la función de las hormonas que regulan el hambre y la saciedad
Las personas con un alto porcentaje de grasa en su cuerpo tienen tendencia a comer más y peor, preferentemente alimentos con alta carga calórica además de realizar poca actividad física. Esto se debe en muchas ocasiones a un desequilibrio en la función de las hormonas que regulan el hambre y la saciedad, grelina y leptina respectivamente, que envían señales contradictorias al cerebro. por lo que la persona sigue comiendo sin saciarse. Esto va unido al crecimiento de los adipocitos que conviven muy juntos generando más cantidad de cortisol hormona del estrés y la insatisfacción, a la falta de musculatura, microbiota desequilibrada, y al estigma social que desencadena un estrés psicológico y que redunda en falta de autoestima con el consiguiente aumento de peso.
Fármacos revolucionarios
Los nuevos fármacos que han aparecido en el mercado han revolucionado el tratamiento de la obesidad siendo una herramienta valiosa en la batalla contra esta enfermedad. La semaglutida, liraglutida y tirzepatida producen una disminución del apetito, aumento de la sensación de saciedad y retraso del vaciado gástrico, por lo que las posibilidades de seguir una dieta bien pautada e iniciarse en la realización de ejercicio físico aumentan, disminuyendo el estrés emocional, y favoreciendo el descanso nocturno. Su administración es subcutánea, semanal o diaria dependiendo del fármaco. En un principio fueron aprobados solo para el tratamiento de la diabetes, aunque a dosis más bajas. En el caso de la semaglutida es el único financiado por la seguridad social para esta enfermedad.
Estos fármacos son de exclusiva prescripción médica y están dirigidos a personas con un índice de masa corporal superior a 30 o a 27 en el caso de que tengan alguna enfermedad o complicación asociada como resistencia a la insulina, apnea de sueño o hígado graso entre otras. Debe quedar claro que no son fármacos para perder peso por razones de imagen sino para tratar la enfermedad como enfermedad crónica y siempre bajo supervisión médica.
Colegio Oficial de Farmacéuticos de Ciudad Real