La pasada semana se representaba la penúltima de las cinco obras del II Festival de Teatro Almoradiense donde los más pequeños de la Escuela Municipal de Teatro tomaron las riendas y realizaron una magistral interpretación en un singular escenario.
La Puebla de Almoradiel sigue inmersa en su II Festival de Teatro Almoradiense que comenzó el pasado mes de junio y que concluía este 31 de julio.
Tras la representación de las obras con los adultos de la Escuela Municipal de Teatro que dirige el actor y profesor de interpretación Alberto Novillo, llegaba el turno de los más pequeños. Chicos y chicas con edades comprendidas entre los 7 y los 13 años edad que demostraron que, a pesar de su corta edad, tienen un gran talento y tablas sobre el escenario.
La obra, “40 (o cómo conocí a mi ángel)”, de Sergio Martínez Vila, fue la escogida para ser representada por los más benjamines que pusieron la nota más entrañable al Festival. Precisamente el autor de la obra, publicaba en redes un mensaje invitando a todos a asistir a la obra ya la Festival agradeciendo a Alberto Novillo la iniciativa que está teniendo promocionando la Cultura y el Teatro en el ámbito rural. Martínez Vila explicaba que 240 (o cómo conocí a mi ángel) ofrece una mirada inusual acerca del mundo de la infancia. La obra está escrita basándose en las personalidades de sus sobrinos e indicaba que puede transmitir cosas muy diferentes a distintos tipos de público no sólo infantil sino también adulto. En definitiva una experiencia sorprendente.
Con un singular escenario que se ubicaba en una antigua bodega de la localidad, “Bodega los Altos de la Nava”, donde el público se sentía parte activa pues era el que se desplazaba por los diferentes escenarios, la obra resultó todo un éxito y consiguió lleno absoluto en las dos funciones que se representaron.
Con su interpretación los chicos y chica de la Escuela realizaban una reflexión sobre la oportunidad diaria que tenemos de aprender a escucharnos mejor a nosotros mismos, de querernos como somos y sentimos y de respetarnos por encima de todo para estar y vivir tranquilos. Saber confiar en nosotros, entender que no andamos nunca solos y que podemos volar sin la necesidad de tener alas, siendo conscientes también de que hasta las piedras lloran cuando las pisamos. Los protagonistas, Delia y Antón, dos hermanos que juegan al escondite mientras sus padres hacen la cena. De pronto, algo fuera de lo común ocurre cuando Antón empieza a contar. Al abrir los ojos, ya no se ve a sí mismo en el salón de su casa sino en plena naturaleza; y Delia, a su vez, también inicia un extraño viaje por el espacio y por el tiempo. Ambos conocerán, cada uno por separado, a sus respectivos ángeles de la guarda.
Sin duda alguna, una obra que llegó al corazón de los espectadores.