Los nuevos años efectivamente nos traen la renovación de la (vida vieja) una vida llena de ilusión y de deseos que difícilmente se cumplen durante el año, sobre todo porque el cumplimento de cualquier deseo, no satisface al deseante, sino que le impulsa a tener otros deseos.
Somos seres anhelantes, y “alomejor” extraterrestres.
La única forma de satisfacer nuestros deseos es no tenerlos y que conste que me refiero a deseos y no a necesidades que son cosas bien distintas, sobre todo en distintas geografías y grupos de amigos.
Ahora que algunos en buena parte de occidente comenzamos a contar en el calendario el año 2018, desde el nacimiento de Jesús de Nazaret, hijo de María y José el carpintero en tiempos de Tiberio, no me queda más remedio que reflexionar sobre lo viejo y lo nuevo de este tránsito, y el número 8, me canturrea que nos trae esperanza.
Los que entienden de números, del lenguaje de los números, dicen que la introducción del 8 en una composición como la del número de año, hace que este sea un año de cumplimientos de sueños y metas, de prosperidad en los negocios. Como siempre, un año bueno para unos y malo para otros, además dicen que también impacienta y camina al materialismo a los que ya lo son en “se”.
Pero no hay que desesperar, el 8 tiene buen rollo con el 9 que viene a continuación, es decir los que no se cumplan en el 8, les queda la certeza de que tendrán la aventura de cumplir sus expectativas en el 9. Incluso con menos materialismo y más humanidad.
El que no se conforma es por que no quiere ser un “ser social”.
Desde mi observatorio particular de lo que me rodea, creo que el año 2018, trae buenos augurios, sobre todo porque al igual que en otros casos, en este el vocablo ocho esta incorporada la letra ch. Una composición extraña donde la halla. (Hasta tal punto que se ha convertido en una marca de moda). Una composición que dio lugar a letra en el siglo XVIII y que ahora ha vuelto a descontarse del alfabeto, como si no tuviera personalidad suficiente, ni cultura para mantenerse como letra, o quizás no tenia la pureza de sangre necesaria para mantenerse. Ya se sabe algunos inventos son muy endebles y pierden sentido.
En otros idiomas tampoco se considera como una letra separad; en ingles, francés, alemán….cosas de la europeización.
Pero en español hay tantas palabras positivas que traen la ch que, ocho, nos avanza buenos augurios. A los hispanohablantes cuando encontramos la ch, en los vocablos nos reviene alegría de la identidad ancestral. Nos sentimos mediterráneos, la lengua griega recorre las aguas de una parte a otra. Si pronunciamos la ch dos veces en la misma palabra, la pronunciamos hasta con gracia, decimos “chicha” “chache” ”chachi” o “chuches” y se nos llenan las comisuras de los labios de sonrisas.
Esto me lleva a deducir que tenemos que nombrar mucho el ocho y el dieciocho de este año, para llenar nuestras cabezas de alegría chispeante. Ir ensayando y que haya suerte que otras cosas no va a traeros este año. Pero probar con che, p´alante y con la ch p´atrás y que os vaya chulo y chupí o de rechupete.