Para poder deslizarse
en las patas tienen ruedas
y en las crines un resorte
que cuesta abajo los frena.
Con los bolsillos repletos
de caramelos de menta,
que quitan la tos de golpe
y también la carraspera,
los tres Reyes Magos paran
delante de cada puerta
y los ponen a puñados
en muchas manos abiertas.
Acisclo el de la Joaquina,
la cabalgata encabeza
como Rey Melchor que es
por querer la calle entera.
Vaquero el de la Pilar
al Rey Gaspar representa
encima de su caballo
como si de carne fuera.
Y Bernardo el de la Ángeles
el cortejo ecuestre cierra
de Rey Baltasar haciendo
con betún hasta en las cejas.
Por ser la calle de pobres
escolta ninguna llevan,
ni pajes que a los caballos
con sus caricias atiendan,
ni criados que a la noche
iluminen con las teas.
Tampoco portan juguetes,
trenecillos y muñecas
para los chicos y chicas
que los miran en sus puertas.
Con lo dicho nada extraña
que los Reyes Magos vengan
sin capas largas de armiño,
sin coronas de realeza,
sin cetros que manden más
que la espada y la bandera.
Lo que importa en esta noche
es tener los Reyes cerca
y que den algo a los chicos
que con vivas los jalean.
Miradlos con qué alegría
se les ve en las aceras,
recontando por los dedos
los caramelos de menta
que les han dado los mismos
Reyes Magos que ellos sueñan.
Santiago Ramos Plaza.