Funcionaria de carrera, política, vicepresidenta de la Unión Europea de Mayores del Partido Popular Europeo, parlamentaria de Honor de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y, sobre todo y ante todo, firme defensora de las mujeres rurales, así es Carmen Quintanilla, uno de los rostros más conocidos en la lucha por dar visibilidad e igualdad de oportunidades a las mujeres rurales.
Una labor que comenzó hace ya 40 años a través de la fundación de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER), la primera organización en reivindicar los derechos de las mujeres rurales y en acabar con su invisibilidad. Una asociación no gubernamental que cuenta, actualmente, con más de 200.000 socias en todo el territorio nacional.
Previo a la celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales, este 15 de octubre, hemos hablado con Carmen Quintanilla para hablar de igualdad, de empleo, de conciliación, de violencia y de oportunidades para las mujeres que viven en el medio rural, porque como ella misma asegura “las mujeres rurales son la fuerza que mantiene vivos a los pueblos”.
¿Cuál es el secreto del éxito de una organización como AFAMMER, 40 años después?
Trabajo, trabajo, más trabajo y creer en lo que se hace. Yo creí cuando fundé AFAMMER en el año 82. Hoy se habla mucho de feminismo, pero entonces nadie en la llamada España profunda hablaba de ello, ni de la igualdad de oportunidades, ni de los derechos de las mujeres en los pueblos de España. Yo sí creí y decidí poner en marcha una asociación que diera voz a las necesidades de las mujeres de nuestros pueblos. Hoy, 40 años después, estoy convencida que el gran éxito de mi vida, de mi trabajo, ha sido AFAMMER y las mujeres rurales. A ellas les debo todo lo que hemos hecho estos años y todo lo conseguido en pro de esa igualdad de oportunidades para las mujeres del medio rural. Por tanto el éxito de AFAMMER es el trabajo y la fe en poder cambiar las cosas.
Una larga historia, mucho trabajo y también muchos reconocimientos. De hecho, AFAMMER es una de las pocas organizaciones de mujeres rurales con presencia en la mayor parte de los organismos nacionales e internacionales.
Efectivamente, ahí también está otra de las claves de nuestro éxito y de nuestra historia. En estas más de cuatro décadas, AFAMMER, que en 2009 se constituyó como Confederación Nacional de Federación y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural, tiene estatus consultivo en el Consejo Económico y Social de la ONU y miembro del Departamento de Comunicación Global de la ONU, del Movimiento Mundial de Madres (MMM), del Lobby Europeo de Mujeres de España (LEM-España), de la Ruralité Environnement Développement (R.E.D.) y del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo (CFEME).
Una presencia activa que pone en valor nuestro trabajo y nuestro objetivo de hacer que la igualdad de oportunidades para las mujeres rurales deje de ser una utopía.
Hablando de ese anhelo y de ese gran proyecto que es la igualdad real de oportunidades para las mujeres rurales, ¿Qué hace falta para conseguirlo y qué está haciendo AFAMMER para ello?
Es innegable que en estos 40 años se han conseguido muchas cosas. De hecho, hemos sido capaces de poner de moda a las mujeres rurales, algo impensable en los años 80.
Hoy en día es innegable la capacidad emprendedora de la mujer rural, tenemos la generación de mujeres rurales mejor formada de la historia. De hecho, las mujeres propietarias de explotaciones agrarias ha pasado del 22% al 30% en pocos años, y lo mismo ocurre con el emprendimiento turístico en los pueblos, donde son las mujeres quienes lideran las empresas turísticas. Un dato significativo es que el 54% del empleo autónomo en el medio rural lo están generando las mujeres.
A pesar de estos buenos datos, todavía hay que seguir trabajando por conseguir un pacto entre lo rural y lo urbano que rompa las desigualdades y evite que sean las mujeres las primeras en marcharse de nuestros pueblos. Es fundamental poner en marcha más medidas que faciliten la conciliación y la corresponsabilidad, apostar por la feminización del campo para asegurar el relevo generacional de las explotaciones; impulsar a la mujer en la toma de decisiones de las cooperativas y organizaciones agrarias o romper la brecha digital de las mujeres en el medio rural entre otras reivindicaciones.
Otras cuestiones a tener muy en cuenta tienen que ver con la soledad no deseada que afecta especialmente a las mujeres mayores que residen en el medio rural y, sobre todo, romper el silencio en torno a la violencia de género que sufren las mujeres los pueblos. A día de hoy, de las 50 mujeres asesinadas por sus parejas, 15 residían en entornos rurales y solo 4 había interpuesto una denuncia, lo que nos indica que tenemos aún mucho por hacer.
Mucho conseguido y mucho por conseguir, ¿se siente Carmen Quintanilla con las fuerzas suficientes para seguir en esta lucha y seguir dando voz y visibilidad a las mujeres rurales?
Por supuesto que sí. Lo más importante como he dicho antes es el trabajo y creer en lo que se hace. La vida es una oportunidad y hay que vivirla haciendo lo que más te gusta. Creo que llegar a la madurez como yo he llegado es ganarle tiempo a la vida, porque envejecer es vivir y mientras tenga vida seguiré luchando por hacer que la igualdad real de oportunidades para las mujeres rurales deje de ser una utopía.
Seguiré poniendo mi trabajo a disposición de la sociedad, que es lo que llevo haciendo toda mi vida. Devolver a la sociedad todo lo bueno y todas las oportunidades que yo he tenido.
“Las mujeres rurales son la fuerza que mantiene vivos a nuestros pueblos”