Por alguna extraña razón, me ha dado por pensar que el prejuicio intelectual que la gente tiene contra el entretenimiento se basa en la misma premisa que la conspiranoia y el alarmismo de las noticias falsas. Ya sé que tiendo a hacer asociaciones libres de ideas que no siempre son fáciles, pero me explicaré lo mejor que pueda.
El entretenimiento, la cultura de evasión, todas esas cosas que están hechas con aspiraciones de divertir suelen, en el mundo intelectual, desencadenar una serie de narices arrugadas y tonito despectivo. En más de un congreso o ponencia he tenido que explicar que yo no tengo nada en contra de la evasión cuando me han intentado halagar diciendo que hago una suerte de género «profundo». Por lo que sea, me suena a lo mismo que cuando me intentan halagar diciendo que escribo como un hombre o que no soy «como todas las demás»; esa suerte de halago envenenado y despectivo para con el resto que me pone de mal humor. Debe ser que jamás he necesitado sentirme mejor que otro para sentirme bien. El entretenimiento es como todo: es bueno si está bien hecho. Lo que valoro es que esté bien contado lo que sea que me quieren contar, no necesito que eso que me quieren contar vaya a cambiar mi vida. Aunque, ¿por qué no?, lo mismo sí que me la cambia. Quiero creer que hay un montón de palentólogos que descubrieron su vocación viendo de niños Parque Jurásico. ¿Y no es eso maravilloso? No podemos prever qué será lo que modifique nuestra existencia, y eso que para otro puede parecer trivial, para muchos perdura como una piedra angular de su personalidad y su futuro.
¿Entonces por qué ese desprecio? Porque hay otra gente que sí necesita sentirse mejor que otros para valorarse, gente que necesita sentirse más lista, más especial, más ingeniosa, más lo que sea. Personas que compiten. Así, despreciar una obra ajena muy bien hecha, pero que es de un género popular, les hace sentir mejores, satisfechos, como si su criterio contase. Y sí, también ese es el éxito de la conspiranoia y de las noticias falsas: la mayoría están dirigidas a que el común de los mortales piense que es más listo que el resto por saber cosas que el resto desconoce. Si hay una mano oculta que mueve los hilos universales, nos envenena para dejarnos estériles o quiere configurar un nuevo orden mundial, la gente es tonta por no enterarse. En cambio yo soy listísimo y súper especial por verlo venir. Para mí es la misma base que lleva a la gente que se cree elevada a despreciar la saga de Indiana Jones y, en cambio, tomarse en serio a Spielberg como director cuando hace dramas históricos: creerse más listo y por encima.
Quizá por eso no me resulta nada desconcertante cuando personas con reconocimiento cierto intelectual resultan ser grandes teóricos de la conspiración. Simplemente se han limitado a perder el control en su escala de desprecio.